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martes, 27 de agosto de 2013

Mujeres embarazadas que hizo desaparecer la dictadura genocida de Perrochet 27 de Agosto de 2013

27 de Agosto de 2013
 
Otra incógnita que abrió el caso Cheyre

Las mujeres embarazadas que hizo desaparecer la dictadura


El caso Lejderman no sólo sacó al presidente del consejo directivo del Servel de su cargo, también recordó preguntas guardadas por décadas, como la falta de información que ha rodeado la desaparición de nueve mujeres que estaban en estado de gravidez al momento de ser secuestradas. Algunos de sus familiares recibieron pistas después de sus detenciones y ciertas abuelas murieron creyendo que sus nietos habían nacido.
 
por Alejandra Carmona
 
 
 



Nicole Drouilly no sabe qué pasó con su hermana Jacqueline (24), menos cuál fue el destino del hijo que esperaba, un embarazo que llegaba a los cuatro meses cuando la represión de la dictadura abortó su futuro.
-Mi hermana estudiaba Servicio Social –cuenta Nicole-. Estaba haciendo la práctica en el Inacap. Eran momentos terribles en Chile. Ella y su marido, ambos militantes del MIR, vivían bajo la constante amenaza de la detención. Jacqueline se había quedado embarazada en más de una oportunidad, pero desgraciadamente había sufrido pérdidas. Ella confiaba que esta vez eso no sucedería, ya que estaba por completar los 4 meses. A sus colegas del Inacap les había dicho que ella y su marido estaban muy contentos e ilusionados, a pesar de las circunstancias.
Jacqueline Paulette Droully Yurich fue detenida el 30 de octubre de 1974. Según los testigos que la vieron por última vez con vida, agentes de la DINA la sacaron junto a su esposo de Cuatro Álamos con paradero desconocido. Su familia nunca más volvió a saber de ella.
Es una de las nueve mujeres que ha contabilizado la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos; mujeres que desaparecieron en manos de los órganos represivos del Estado aunque estaban embarazadas. Después que estallara el caso Lejderman, la AFDD envió una carta al ex comandante del Ejército, Juan Emilio Cheyre, donde lo emplaza a entregar antecedentes sobre el paradero de los hijos de estas mujeres.
Otro de los embarazos de término probable, es el de Michelle Peña Herreros, que tenía más de 8 meses al momento de su detención. “Es muy probable que el niño sí nació. La madre de ella muchas veces recibió recados de diferentes personas que iban a su casa y ellos le decían que había nacido un niño de Michelle, pero no había más familia de ellas en Chile”, dice la siquiatra, quien también asegura que el silencio y la falta de información ha sido un obstáculo que nunca ha aflojado.
“El drama de los hijos que pudieron haber nacido en prisión y sobre los cuales nunca hemos sabido nada está siempre presente en forma especial en nuestra demandas”, dice Mireya García, vicepresidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. “Hoy cobra relevancia por el caso de Ernesto Lejdermann, ya que este chico pudo haber desaparecido al igual que los hijos de las madres desaparecidas que hayan logrado dar a luz”.

HISTORIAS ROBADAS

Entre los nombres de mujeres embarazadas al momento de su detención, que registran las agrupaciones se encuentra Cecilia Miguelina Bojanic Abad, quien fue detenida junto a su esposo Flavio Oyarzún el 2 de octubre de 1974. Tenía 5 meses de embarazo. Hay sospechas de que ambos fueron trasladados a Colonia Dignidad.
María Cecilia Labrin Lazo (25), una asistente social, fue secuestrada el 12 de agosto de 1974 y llevada a la casa de torturas de la DINA de Londres 38.
Nalvia Rosa Mena Alvarado (20) fue secuestrada junto con su esposo Luis Emilio Recabarren González y su cuñado Manuel Guillermo Recabarren González el 29 de abril de 1976. Tenía 3 meses de embarazo.
Reinalda del Carmen Pereira Plaza (29) tenía 6 meses de embarazo al momento de su detención el 15 de diciembre de 1976. Hay quienes han señalado que mientras ella era torturada se podía ver a su bebé moviéndose en el vientre.
Elizabeth de las Mercedes Rekas Urra (27) fue detenida el 15 de diciembre 1976. Tenía 6 meses de embarazo.
Michelle Peña Herreros (27), estudiante de Ingeniería, tenía más de 8 meses de embarazo. Fue detenida el 20 de junio de 1975 y llevada a Villa Grimaldi, donde fue vista por última vez con vida.
Diana Arón (24). Cuando fue detenida estaba embarazada de 3 meses y medio.
Gloria Lagos Nilsson, madre de tres hijos y embarazada de 3 meses. Fue vista en septiembre de 1974 en Cuatro Álamos.
La hija de Gloria Lagos, Marcela Meza, responde estas preguntas desde su computador en Suecia, cuando acaba de terminar de ver el segundo capítulo de “Chile: las imágenes prohibidas”, de CHV. Para ella, a pocos días que se cumplan 39 años desde su desaparición (el 26 de agosto) ese dolor parece hoy más palpable. “Las lágrimas no borrarán nunca el horror vivido”, dice y recuerda la última vez que pensó que su madre podría haber alcanzado a dar a luz a un niño:
-Hace un par de años aparecieron antecedentes de personas que estaban buscando su identidad. El año pasado el Servicio Médico Legal se contacta conmigo y se crea una confusión muy dolorosa. Aparentemente mi madre cumplía los requisitos (junto a otras cinco mujeres detenidas desparecidas) de haber dado a luz a uno de estas personas. El SML necesita muestras de sangre para determinar ADN. El caso de los posibles nacimientos se mezclan con la necesidad de tener pruebas para el banco de ADN. Yo viajo con urgencia con esa esperanza ciega de que quizás, quizás… mi prueba de sangre pueda clarificar y determinar si mi madre era la madre biológica de los que buscaban. Un día antes de volver me hicieron saber que no.
Marcela cree que su madre fue asesinada antes de un posible nacimiento. “Hay testimonios que cuentan que la vieron muy torturada y su embarazo estaba en el primer trimestre. Intelectualmente parece imposible que la mantuvieran viva hasta su término. Emocionalmente siempre existirá la incertidumbre, siempre”, dice.
Mireya Garcia dice que si los hijos, al menos, de Michell Peña y Cecilia Labrín nacieron, “necesariamente están en manos de genocidas, pero no tenemos cómo probar nada”.

LA FRAGILIDAD DE LA MEMORIA

El año 2002, la siquiatra del Codepu, Paz Rojas, estuvo a cargo de la investigación “Todas Íbamos a ser Reinas”, un libro que daba cuenta de la historia de 10 mujeres detenidas desaparecidas embarazadas.
La siquiatra cuenta que no sólo se hizo un trabajo con la familia más directa, sino que con las personas que estuvieron presas con ellas y hubo algunos casos en que los familiares sospechan que pudo haber nacido un niño. “Es el caso de María Cecilia Labrín. Trabajando mucho con su madre años después de esto, ella recibió antecedentes de que el hijo pudo haber nacido”, cuenta Rojas.
Otro de los embarazos de término probable, es el de Michelle Peña Herreros, que tenía más de 8 meses al momento de su detención. “Es muy probable que el niño sí nació. La madre de ella muchas veces recibió recados de diferentes personas que iban a su casa y ellos le decían que había nacido un niño de Michelle, pero no había más familia de ellas en Chile”, cuenta la siquiatra, quien también asegura que el silencio y la falta de información ha sido un obstáculo que nunca ha aflojado.
Según la doctora Rojas muchos de los responsables no han hablado nunca, pero “todos sabemos quiénes las detuvieron y hacia dónde las llevaron. Esa gente tiene que saber algo del destino final de ellas, y no se ha hecho justicia sobre eso”. Para la doctora, el Estado nunca se ha hecho cargo de ésta y de otras situaciones de vulneración de los derechos humanos en dictadura. “Fuera de hacer el listado de la comisión Rettig, puso los nombres y antecedentes mínimos, pero no se nombraron responsables y esa no es una crítica de mi parte, sino universal. En cualquier parte del mundo se ponen las víctimas, pero también los responsables; y acá eso nunca pasó”.
Marcela Meza, que cuando detuvieron a su madre tenía 8 años, cuenta que además del proceso aún abierto por la muerte de Carolina, comenzará una demanda civil contra el Estado: “Jamás podremos describir enteramente lo que ha significado la ausencia de mi madre, las secuelas emocionales son para toda la vida. Si a esto le adjuntamos la indiferencia política que ha imposibilitado los procesos legales, la impotencia se vuelve una emoción latente y constante”.

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