LUCHAMOS X TIERRA SEMILLA TRABAJO

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jueves, 14 de agosto de 2014

Neltume: los cinco conscriptos que acusan al diputado Rosauro Martínez (RN) de dirigir la masacre.

PARLAMENTARIO Y EX MAYOR SE JUEGA EL DESAFUERO POR 11 HOMICIDIOS

Neltume: los cinco conscriptos que acusan al diputado Rosauro Martínez (RN)

En una investigación que ha tomado varios años, el reconocido cronista Cristian Alarcón reconstruyó paso a paso la trama que culminó con la muerte de 11 miristas en la zona cordillerana de Neltume en 1981. Entre los testimonios que recogió, impactan los de cinco ex conscriptos que participaron en la Operación Machete y que fueron testigos de la cacería encabezada por el entonces capitán Rosauro Martínez, quien enfrenta en estos días la petición de desafuero por tres homicidios en Neltume. Uno de los oficiales bajo su mando fue Luis Sanhueza Ros, procesado y condenado por varios crímenes de la dictadura.
Muy poco se sabe del pasado del reelecto diputado Rosauro Martínez Labbé (RN), quien aparece como figura protagónica en una de las historias de la dictadura jamás contadas por sus testigos. El entonces capitán de la Compañía de Comandos Nº 8 del Regimiento “Llancahue” de Valdivia fue, según una investigación basada en los testimonios de cinco soldados conscriptos de esa fuerza especial del Ejército, documentos judiciales y entrevistas con sobrevivientes, quien comandó en los alrededores de Neltume una masacre publicitada como un gran triunfo militar en 1981: el aniquilamiento de un destacamento de guerrilleros del MIR que había creado un temerario foco de resistencia a la dictadura de Augusto Pinochet.
Foto tomada por el entonces capitán Rosauro Martínez durante la "Operación Machete" en Neltume.
Rosauro Martínez (63 años), quien acaba de ser reelegido para su sexto período parlamentario, ha negado toda responsabilidad en los hechos, pero los testimonios recogidos en esta investigación entregan detalles hasta ahora desconocidos de su rol clave en la masacre de Neltume. Todo ocurrió en 1981, once años después de que Martínez ingresara al Ejército, cuyas filas abandonó en 1987 con el grado de mayor. Poco después, era premiado por Pinochet al designarlo alcalde de Chillán, la ciudad que hoy representa en el Congreso, cargo que mantuvo hasta 1992, año en que se realizaron las primeras elecciones municipales luego de recuperada la democracia.
Memorial en honor a las víctimas de Neltume
La hoja de vida del mayor (r) Rosauro Martínez entre 1973 y 1987 es un misterio. Lo que sí se sabe con certeza es que la mayor parte del tiempo que sirvió en el Ejército lo hizo en los servicios secretos. Lo que aprendió en su paso por la Escuela de Las Américas, centro de entrenamiento antisubversivo estadounidense en Panamá, lo utilizó a cabalidad no sólo en la masacre de Neltume. CIPER escuchó un testimonio que da cuenta de su rol también protagónico en uno de los grupos más secretos de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) en los años 80.
Los misterios también han rodeado la masacre de Neltume. Oficialmente cobró 11 víctimas, pero los testimonios recogidos en esta investigación dan cuenta de otros muertos, los que habrían sido campesinos de la zona. A medida que se entrevistan testigos, el número de cadáveres vistos por los soldados no coincide con las listas oficiales. Es necesario entonces que la justicia despeje la identidad de esos muertos que nadie quiso ni pudo denunciar en esa zona cordillerana de extrema pobreza.

LA REFORMA AGRARIA EN EL ORIGEN

El Movimiento Campesino Revolucionario, brazo rural del MIR, tuvo un rol protagónico en el proceso de toma de fundos madereros en la zona de Neltume (a unos 900 kilómetros de Santiago), durante el gobierno de Salvador Allende. Entre diciembre de 1968 y septiembre de 1973 un grupo de militantes de la Universidad Austral de Valdivia hizo un trabajo que logró sumar a los campesinos y trabajadores del Complejo Forestal Panguipulli (con más de 360 mil hectáreas en la zona) al proceso de expropiación que propició la Reforma Agraria. Entre esos trabajadores uno se ganó la fama: Comandante Pepe lo llamaron. Su nombre era Gregorio José Liendo Vera y fue fusilado en octubre del ’73, junto a otros 11 dirigentes de los 22 fundos expropiados a sus dueños por el gobierno de la Unidad Popular, en el polígono de tiro del Regimiento Llancahue, tras un Consejo de Guerra.
Ocho años más tarde, en ese mismo regimiento, unas cuatro hectáreas rodeadas de un pantano al que en la zona llaman Hualve, el entonces oficial de Ejército Rosauro Martinez Labbé entrenó a los conscriptos que integrarían la base de la Operación Contraguerrilla Machete, nombre que recibió la expedición en busca del grupo mirista.
La rebelión de Neltume -liderada por el Comandante Pepe- mereció especial dedicación de los militares y empresarios madereros y agrícolas que llegaron al poder con Pinochet. No hubo tregua en esa zona para la represión política. Quienes participaron en la Reforma Agraria, o fueron asesinados o pasaron por la tortura y la cárcel o lograron partir al exilio. Algunos de sus líderes más jóvenes lograron escapar a distintas ciudades de Europa, en Holanda, Suecia y Francia. Allí estaban en 1978 cuando fueron convocados por la dirección del MIR a una reunión en Praga donde se les notificó que serían protagonistas de la Operación Retorno.
Inspirados en la guerra de Vietnam, los miristas intentaron levantar un foco guerrillero en Neltume.
Esa decisión de la cúpula del MIR formaba parte de otras estrategias, diseñadas tanto en la Unión Soviética como en Cuba y que propiciaban la creación de zonas revolucionarias en América Latina. En Chile, Miguel Enríquez, el líder del MIR asesinado en 1974, impulsó un Movimiento de Resistencia Popular que debía sumar a los distintos partidos y movimientos de izquierda y hasta el progresismo de la Democracia Cristiana. La idea –explica el doctor en historia Robinson Silva en su libro Resistentes y clandestinos, la violencia política del MIR en la dictadura profunda (1978-1972)- era que ese movimiento fuera capaz de “conectar la vanguardia con las masas”, para “crear así un ejército revolucionario que enfrentara la dictadura”.
Parte medular de la Operación Retorno era el aterrizaje clandestino de un grupo selecto de militantes del MIR en Nahuelbuta; mientras otros se instalarían en otras ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción. A pesar de la convicción que se desprende de los documentos elaborados por la dirección del MIR para el retorno a Neltume, el destino de la misión sería muy distinto.

ELEGIDOS PARA UNA CACERÍA

Los soldados que fueron entrevistados para esta investigación son hoy hombres de 52 años. Nacieron casi todos en 1961. Ese fue el grupo generacional que el entonces teniente Mario De Toro Gallardo llegó a seleccionar al gimnasio fiscal de La Unión, en marzo de 1981: hijos de familias campesinas de los alrededores de Paillaco, Río Bueno y Puerto Nuevo. El año anterior, en esa zona no había habido reclutamiento. Por eso, la mayoría de los conscriptos tenía 19 años. En el gimnasio de esa ciudad tranquila de unos 45 mil habitantes y casas de madera, se los hizo desnudar y correr ante la mirada atenta de los oficiales que fueron seleccionando a los más fuertes. Uno de ellos, lo llamaremos el conscripto E, recordó en el living de su casa los ojos verdes e intensos del teniente De Toro:
-Yo tenía en esa época unos lindos mostachos. El teniente me miró y me dijo: “Tú te vas a ir con nosotros y allá yo te voy a cortar esos bigotes”.
La promesa sutil del teniente De Toro fue una suave introducción a lo que a partir de ese momento vivirían los conscriptos escogidos:
-De entrada conocimos lo que era estar activo todo el tiempo. Un minuto tranquilo, sin hacer algo, cualquier cosa, y llegaba el palmazo. Porque pestañeabas en la guardia, porque no hacías lo que se esperaba, porque demorabas, porque estaba mal puesto el uniforme, por cualquier cosita venían los castigos –cuenta uno de los ex conscriptos.
Los relatos se repiten con las mismas palabras y hasta con los mismos tonos e inflexiones. Hablan parecido, lo hacen en sus casas, en una leñera, en un patio o arriba de un auto. Muchos de ellos rechazaron tajantes hablar de la historia que no olvidan. Pero algunos optaron por recordar. Todos piden que sus nombres no se escriban. Eran 130 y quieren fundirse en ese número, a pesar de que todos los nombres les quedaron grabados: los de sus instructores, los de los militares que los torturaron, de los que los condujeron en la montaña y los que mataron a los guerrilleros.
Todos esos nombres van saliendo de sus bocas. Y entre todos ellos se repiten los de Arturo Sanhueza Ros (más conocido en la CNI como El Huiro, condenado y procesado por varios asesinatos, ver detalle de sus condenas), Mario de Toro Gallardo, Iván Fuentes Sotomayor, Claudio Peppi Oneto (integrante de la DINA desde sus inicios), Sergio Aguilera, Hilario Nahuelpán Huayquimil, José Miguel Basaúl, Julio Arellano Garamund y Eduardo Inostroza. Y todos vieron en la montaña la sombra del conductor de la Operación Machete, que luego dio paso a la Operación Pilmayquén: Rosauro Martinez Labbé, el capitán.
-La experiencia de nosotros quedó por años en silencio. Nadie más habló de lo que pasó. Yo traté de buscar material de los instructores que teníamos en ese tiempo. No hay nada. Traté de buscar en los documentos al teniente Mario de Toro Gallardo. No sale nada. Al único que encontré es al actual diputado por Chillán que fue nuestro capitán: Rosauro Martínez Labbé –cuenta uno de los ex conscriptos.
Rosauro Martínez
Este ex conscripto es hijo de un sindicalista. Ha sido un guía honesto y cuidadoso para contactar a sus compañeros de la Compañía de Comandos, amortiguando el recelo que se les ha pegado a la piel. Los conoce a casi todos. Se han ido intercambiando miradas y palabras durante estos años en funerales y también en bodas y bautizos. Se han encontrado en las esquinas de Osorno o Valdivia, en buses y en las iglesias evangélicas de las que muchos se hicieron fieles después de haber abandonado el alcohol en el que algunos cayeron cuando dejaron la conscripción. Esta búsqueda de la memoria de los soldados de Neltume comenzó hace ya tres años, cuando este cronista comenzó la investigación para un libro, aún en proceso, que intenta reconstruir los hechos.

ELEGIDOS PARA MORIR

Los guerrilleros del MIR eran sobre todo jóvenes. Cinco de ellos habían sido obreros madereros en el Complejo Panguipulli y más tarde partieron al exilio. René Bravo (25 años), Julio Riffo (30), Próspero Guzmán (27) y Juan Ojeda (27), vivieron en Holanda; José Monsalve (27), en Canadá; Raúl Obregón (31), en Suecia; Pedro Yáñez (31), había nacido en Constitución y venía de Francia.
Dos de los hombres enviados a Chile vía Neuquén (Argentina) para instalarse en la montaña -Luis Quinchalí (38) y José Campos (30)- eran de Temuco. Quinchalí, vino de Holanda y Campos, de Noruega. Ambos fueron detenidos por gendarmes argentinos. De la lista de once miristas muertos en Neltume, son los únicos que no cayeron bajo la metralla del destacamento comandado por Rosauro Martínez. Sus compañeros creen que fueron entregados a militares chilenos. Aún están desaparecidos.
Patricio Calfuquir (28) era originario de Pitrufquén y Miguel Cabrera (30), jefe de todo el grupo, de Temuco. Cabrera, más conocido como Paine, había vivido dos años en una ciudad holandesa cercana a Utrech.
El grupo partió desde París hacia Cuba en marzo del ‘79, en varias tandas. Allí se entrenaron con las técnicas vietnamitas para guerrilla rural. Fueron 25, la mayoría hombres, aunque hubo algunas pocas mujeres en lo que muy pronto se llamó Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro. Allí forjaron el temple y aprendieron, entre otras cosas, a cavar refugios en la tierra: los “tatús”. La historia está contada en clave épica por algunos de los sobrevivientes en un libro de buena prosa: Guerrilla en Neltume. Una historia de lucha y resistencia en el sur chileno. Lo editó Lom. Y lo firma el Comité Memoria Neltume.
Algunos sobrevivientes no suscriben todo lo que el libro cuenta. Entre otros, Elsa, la única mujer que estuvo durante meses en la montaña y que bajó del campamento antes de que irrumpieran los militares de media docena de divisiones armados para la guerra. Las diferencias y matices con la historia que se ha contado están relacionadas con la responsabilidad de los jefes miristas que orquestaron la Operación Retorno. Y con el escaso apoyo material, político y humano que tuvieron los que se aventuraron en Neltume.
Dos datos se repiten en los testimonios de los escasos sobrevivientes: nunca se les permitió armarse y tampoco se los dejó tomar contacto con los campesinos de la zona. Las dos instrucciones perentorias fueron a la postre clave en la derrota y sirven para comprender el nivel de debilidad con el que los guerrilleros se enfrentaron al Ejército.
En febrero de 2007, el jefe de la que fuera la comisión militar del MIR, Hernán Aguiló, hizo un mea culpa en La Nación Domingo, en el que reconoce que la arriesgada apuesta militar de crear un foco guerrillero en Neltume tuvo gravísimos costos humanos para cientos de combatientes idealistas. “Fue un acto de voluntarismo de todos nosotros plantear que el MIR no debía asilarse. Y Miguel Enríquez vanguardizó ese proceso”, dijo Aguiló. El mayor error cometido, afirmó, fue “organizar el apoyo logístico en forma de fachada sin inserción en la masas. Los errores fueron de tal magnitud que a veces la base social de apoyo era el familiar de un detenido desaparecido. Éste es el caso de Neltume”.
El dirigente del MIR Miguel Enriquez
Cuando el sábado 27 de junio de 1981 una patrulla de la Compañía de Comando Nº8 del Regimiento Llancahue, enviada por Rosauro Martínez Labbé, los descubrió cerca del Lago Quilmo, los 12 miristas que se encontraban en el campamento no tuvieron más que correr en bandada hacia las quilas alrededor de las carpas, y escapar a punta y codo. Solo Miguel Cabrera, y su segundo, Raúl Obregón, sabían que los fusiles FAL y las municiones –escasas como la comida– estaban en uno de los siete tatús que lograron construir a un día de marcha rápida, en otro rincón de la fría, nevada y arisca montaña.

UN MUERTO EN BUSCA DE IDENTIDAD

Al inicio de esta investigación, parecía improbable que ese hombre muerto de un tiro en la cabeza, al que los jefes exhibían a fines de junio del ’81 cuando los soldados iban llegando a la montaña, hubiera existido. Porque los militares demoraron 63 días hasta lograr atrapar el 29 de agosto a dos de los miristas: René Bravo y Julio Riffo, y sólo el 13 de septiembre acribillaron al primer guerrillero. Durante ese lapso los militares acosaron a los pobladores de la zona y los torturaron para que revelaran el paradero de los buscados: creían que el grupo del MIR había hecho contacto con ellos y se sostenían arriba enmontañados gracias a la ayuda de éstos. Es probable entonces que ese muerto exhibido por los jefes a los conscriptos haya sido un campesino al que nadie nunca reclamó y que, por esa misma razón, no figura ni en las nóminas de víctimas del Informe Rettig ni en las listas de detenidos desparecidos.
Al cabo de las entrevistas con cinco soldados, nos asiste la certeza de que ese muerto no coincide con ninguno de la lista de miristas abatidos en esa operación. Todos lo vieron. Verlo era el bautismo para comenzar la acción del Operativo Machete. A medida que se cotejan los testimonios de los soldados, surgen nuevas víctimas. Al contar los caídos, sobran muertos.
El ex conscripto A tiene una memoria poderosa: guarda detalles que sorprenden a sus dos compañeros, a quienes llamaremos B y C. Sentado a la mesa en la casa de uno de ellos, en Paillaco, recuerda la Casa Hilton, o Rancho Hilton, como llamaron a la base de operaciones que se instaló en la montaña, en Remeco Alto, entre Neltume y Liquiñe. Allí también estaba el río en cuyas frías aguas los obligaban a bañarse en pleno invierno para mantener la moral alta. Justamente ahí estaba apostado un día el ex conscripto A, haciendo guardia con otro soldado, entre las tres y las cuatro de la tarde:
-Lloviznaba, hacia mucho frío, y a la distancia vimos que traían a la rastra a un hombre, atado de las manos o el cuello a un caballo negro. Lo amarraron a un árbol. Venía ya herido, mordido por un perro. Solo me recuerdo su rostro de dolor y la voz de mando con la que le ordenaban al perro pastor alemán que lo atacara.
Portada de El Rebelde alusiva al intento guerrillero de Neltume.
El relato de A coincide con el de otros dos conscriptos que en distintos momentos vieron al campesino que era interrogado mientras era mordido por el perro. Otro soldado lo vio llegar al regimiento en Valdivia. Allí habría muerto. “El perro era de la CNI de Valdivia, le decían Casán”, dice el ex conscripto, quien de inmediato lanza el humor campesino: “Nos reíamos de ese perro: en las patrullas quedaba pataleando en el aire, colgando de las quilas, ya que las cortábamos con el machete más alto que la altura de sus patas”.
Mientras el Ejército torturaba campesinos tratando de conseguir datos para ubicar a los doce miristas que escaparon el 27 de junio, los guerrilleros, divididos en un grupo al mando de Miguel Cabrera y el otro al mando de Patricio Calfuquir, escapaban con un solo objetivo: llegar a los fusiles y la poca comida que guardaban en dos tatús acondicionados durante ese año que llevaban en la montaña.
Las primeras exploraciones del destacamento guerrillero fueron en febrero de 1980, y los primeros campamentos se instalaron en julio de ese año. En agosto llegó un contingente y, finalmente, en octubre se enmontañó Cabrera, el Paine.
Los problemas habían ido en aumento sobre todo por la dificultad para aprovisionarse de alimentos: a medida que se internaban en la cordillera, la comida quedaba más atrás. El estómago de los guerrilleros comenzó a achicarse. También el grosor de sus cuerpos. El gasto de energías para moverse por esas montañas era superior al que habían consumido en el campamento cercano a La Habana donde se entrenaron con calor cubano. Pero ninguna privación vivida por ellos antes pudo darles la idea del frío y el hambre que llegarían a sufrir cuando fueron descubiertos por los militares y en tan solo un segundo perdieron el abrigo, los pertrechos, los mapas y todos los alimentos.
Treinta y dos años más tarde, los ex conscriptos reunidos en Paillaco también hablan de comida al recordar el entrenamiento en la Compañía de Comandos. El primer mes conocieron ellos también un hambre espantosa, además del carácter de cada instructor y su peso específico al pegar con la palma abierta, con la culata del fusil o con el puño. El día que recibieron visita por primera vez los advirtieron: apenas podían tocar la comida que sus madres les habían preparado. Ninguno hizo caso. Los 130 se dieron una bacanal de empanadas, de chancho, de patos y pollos de sus propios gallineros, de calzones rotos, de mote con huesillos, de leches asadas, de torta de milhojas. Cuando sus madres se fueron y volvieron a las barracas, escucharon el grito de los tenientes al mando de Rosauro Martínez. Cuerpo a tierra. Punta y codo. Abdominales. Cien. Fuerzas de brazo. Saltos de rana. Cien. Hasta que cada uno de los conscriptos no hubo vomitado todo lo que había comido, no pararon. Los instructores de Rosauro eran tipos duros, formados como él en las técnicas estadounidenses con que se formaron los soldados que habían ido a perder a Vietman. Y repetían el método.
El ex conscripto A suele soñar con un campesino al que le tocó vigilar mientras lo torturaban:
-Un día nos encontramos a un campesino en el sector norte de Remeco Alto, para el lado del Lago Quilmo. Venía a caballo con un quintal de harina en el lomo. Lo tomamos prisionero con el teniente Claudio Peppi Onetto. Se le ordenó bajar del caballo y cuando se le pidió la identidad, uno de los apellidos concordaba con uno de los que buscaban. Lo llevamos a Remeco, a una zona donde hay galpones. Le pasaron una pala y le ordenaron que empezara a cavar, que si no hablaba y decía donde estaban los otros, ahí mismo lo iban a enterrar. Él no decía nada. No sabía nada. Era un campesino no más. Cavaba y lloraba en silencio. Nos obligaron a darle mantequilla de maní, que venía en las raciones NA del Ejército (insumos estadounidenses), y galletas de agua. Debía comer la mezcla y tragar rápido, y entre su llanto y comer, se le gastaba la saliva y se ahogaba. Al hombrecito al final se lo llevaron y ya no supimos lo que pasó con el.

EL FRIO QUE AMPUTA

Faltaban días y noches de frío y hambre para el final. Las muertes se sucederían sin pausa después del 29 de agosto. Dos mil hombres entrenados para la guerra –la Compañía de Comando de Martínez Labbé, los de la Unidad Anti Terrorista (UAT) conducida por el capitán Conrado García (procesado por tres de los homicidios de Neltume), los del Regimiento Cazadores, los del Maturana, los de la Brigada Azul de la CNI (creada especialmente para eliminar al MIR)– no habían podido a lo largo de 63 días ni siquiera herir a uno de los doce guerrilleros. La montaña se los había tragado.
Si los guerrilleros no hubieran persistido en su aventura, si no hubieran creído que aún deshechos y debilitados como estaban podrían conseguir ayuda de sus jefes en Santiago para resistir, habrían podido volver caminando a la Argentina, o se hubieran ido desplazando de a poco hacia “el llano”, como le dicen allá arriba a la tierra menos escarpada que desciende hacia Panguipulli, Temuco y Valdivia.
Perdidos en dos patrullas, los del Toqui Lautaro se lograron reunir finalmente en uno de los refugios 42 días después de que los descubrieran. Habían podido hacerse de los fusiles que Paine guardaba en un tatú, pero en las reservas había apenas un par de kilos de arroz, una bolsa de porotos y algo de leche en polvo. Comieron durante semanas una especie de sopa en la que a cada uno le tocaban diez porotos. Y luego, como postre, una cucharadita de azúcar. El hambre los adelgazó hasta los huesos y les quitó las defensas; se enfermaron. El frío gangrenó un pie de Pedro Yáñez hasta que hubo que amputárselo con una cortaplumas. A varios los comenzó a devorar el “pie de trinchera”: una infección que viene con las bajas temperaturas y ataca los dedos. En la bota de Yáñez, que supuraba a cada paso, los demás veían su propio destino. Todos los sobrevivientes coinciden: ni en el más doloroso de los momentos hubo quejas.
A fines de agosto se decidieron: cinco de ellos debían bajar a buscar ayuda. Se dividieron en dos grupos: tres por un lado, y Riffo y Bravo por otro. Mientras el trío logró sortear los pueblos y llegar a Temuco, los otros dos avanzaron sin problemas hasta Huellalhue, un paraje antes de Lanco. El hambre los empujó hacia el enemigo. Pidieron comida en una casa de campo. Los lugareños los ayudaron. Les recomendaron un rincón cercano para descansar. También les avisaron a los carabineros. Sólo tenían una pistola con un cargador. No llegaron a usarla. Detenidos fueron llevados a Lanco y luego a Valdivia. Dos soldados aseguran haberlos visto allí, porque debieron custodiarlos cuando los encerraron en unas piezas. Después, vieron cuando se los llevaron en un helicóptero.
Museo de Neltume.
–Nadie duda de que fueron trasladados por la CNI a Santiago para ser torturados. Es casi lo único de lo que no tenemos pruebas. Pero un mirista que fue luego interrogado por los mismos torturadores contó que a él le decían que había hablado muy pronto, no como sus compañeros de Neltume a los que tuvieron que darles duro muchos días hasta que los quebraron –cuenta una fuente que conoce bien la trama de esta historia.
No es necesario detallar la crueldad de los interrogatorios de la CNI. Los jóvenes Riffo y Bravo conocieron todos los matices del dolor. Y en esas condiciones fueron llevados de regreso a Neltume para guiar los pasos de los que buscaban a sus compañeros que allá esperaban por ayuda. Los militares sabían que sin tortura no había chance de llegar al resto. El fracaso de su acción militar masiva era impresentable ante el alto mando del Ejército. A tal punto la detención de Bravo y Riffo cambió las cosas, que la Operación Contraguerrillera Machete terminó el 29 de agosto. Y entonces comenzó la Operación Pilmayquén.

LA CNI EN LA CACERÍA

En la causa que investiga Emma Díaz, la ministra en visita extraordinaria de la Corte de Apelaciones de Valdivia (Rol 1675-2003), se acumulan los testimonios de algunos militares que participaron del operativo. Al menos tres admiten lo mismo que asegura el conscripto E, sólo que omiten datos:
–Nos llevaron a unas cabañas de las Termas de Liquiñe. Ahí estábamos una patrulla de la Compañía de Comandos –al mando de Mosquetón (Rosauro Martínez)– con la CNI. Y ahí tenían a dos hombres jóvenes. A esos dos cabros los sacaban a buscar a sus compañeros a la montaña –contó a CIPER el ex conscripto E.
A ese testimonio se suma el del ex conscripto D, entrevistado en La Unión hace dos años: “En septiembre, a los dos los tuvieron varios días caminando por la montaña para que se encontraran con sus compañeros guerrilleros. A uno lo ataban con un lazo a la cintura y lo largaban varios metros adelante. Así fue como terminó encontrando a los otros y uno de ellos salió muerto”.
Lo que vino es uno de los pasajes más difíciles de reconstituir de esta historia. El 13 de septiembre uno de los jóvenes en manos de Mosquetón y la CNI no pudo evitar el encuentro con sus compañeros, los mismos que habían decidido varias semanas antes que ellos dos y otro grupo de tres partirían hacia el llano a buscar ayuda. Los que quedaban en la montaña, desesperados por el hambre y la enfermedad, esperaban la ayuda de la dirección del MIR. El joven guerrillero silbó el canto de un pájaro austral tal como estaba acordado. Los demás le salieron al encuentro. Y la balacera comenzó. Los fusiles y las ametralladoras del Ejército dispararon. Los del MIR eran dos: respondieron, pero sobre todo intentaron escapar. La superioridad de fuerza de los militares era total. Aún así la emboscada no fue exitosa: sólo le dieron a uno. Allí mataron a Raúl Obregón Torres.
El resto del destacamento mirista siguió avanzando. Pedro Yáñez Palacios ya no quiso seguir: la amputación no le había frenado la infección. Bajo el tronco de un árbol que hacía de escondite, se quedó con un fusil FAL y un cargador. Pasó allí varios días. Al final desvariaba de dolor. Lo escuchó una patrulla que conducía el teniente Mario de Toro Gallardo. El ex conscripto E, el mismo que conoció desde el inicio el rigor de Toro Gallardo, cuenta que fue ese teniente el que casi lo seccionó con su ametralladora. Con Yáñez, ya eran dos los abatidos.
De Toro es otro de los jefes militares que, como a Rosauro Martínez, los soldados no han podido olvidar. No solo por esa ráfaga que casi partió en dos el cuerpo ya desmembrado de Yáñez. Casado con una ex reina de Valdivia, su porte imponente, su pelo rubio y sus grandes ojos verdes que miraban fijo al frente, impactaban menos que las cicatrices que exhibía en sus manos y que hasta hoy causan escalofríos en los ex conscriptos. Un accidente en moto, uno de sus hobby favoritos, estaba en el origen y no las ocultaba. Sabía el efecto que causaba con sus grandes manos en los soldados a quienes comandaba, como también sus exuberantes bíceps.
–Parecía un actor de cine. Esa fue la impresión que nos dejó cuando nos vino a reclutar a La Unión. Era impresionante verlo dar órdenes ese primer día que nos recibió en el gimnasio. Mi última imagen de él es dando ordenes en una de las últimas semanas que estuve en la cordillera. Fue en un campamento cerca de Choshuenco. Era bien loco pero debo decir que al soldado lo miraba con cierta humanidad. Era loco, como Bruce Willis en Duro de matar… –dice otro de los ex conscriptos.

ROSAURO Y EL BAQUEANO

Cuando Pedro Yáñez fue asesinado, el capitán Rosauro Martínez seguía todo el desarrollo de la operación desde la casa del baqueano que los guiaba por la montaña: Juan de Dios Peña, un hombre ya mayor al que los militares le decían Tata. Entrevistado por María José Flores, profesora de Historia de la Universidad de Los Lagos, autora de una tesis de lo ocurrido en Neltume, su hijo, Israel Enrique Peña Patiño, recordó al entonces joven Rosauro Martínez:
–El capitán Martínez era el que mandaba. Por el hecho de que mi papá trabajara con ellos había una protección especial sobre nosotros, nos cuidaban en la noche.
Israel Peña estaba en primero básico y sabe que era primavera porque los incidentes fueron después de la última nevada de ese año. Martínez pasaba mucho tiempo en su casa a la espera de que sus hombres dieran con los guerrilleros. En agradecimiento, el propio Martínez visitó al Tata Peña un año después y le llevó de regalo una fotografía en la que se ve al baqueano rodeado de soldados marchar por la montaña. Así recuerda ese momento: “El capitán se encargó de tomar la foto y de regalársela a mi papá. Le dijo: ‘Tata, aquí le traigo un recuerdo para que nunca se olvide de su trabajo en Neltume’”.
En esa visita, Martínez le ofreció al baqueano una casa amoblada, una jubilación y estudio para su hijo, el niño al que le había enseñado a leer. Pero Juan de Dios Peña no quiso. “No aceptó, porque ser guía tampoco fue algo que él hizo de buena voluntad, sino que fue ‘voluntariamente obligado’, como mi papá solía decir”, relató su hijo.
Durante seis periodos Rosauro Martínez ha sido diputado por RN.
Israel Peña también recuerda que en septiembre del ‘81, cuando algunas nevadas todavía blanqueaban la cima de la montaña, su padre llegó a la casa y contó que habían matado a tres en Remeco, en la casa de doña Floridema Jaramillo. La mujer era la madrina de José Eugenio Monsalve Sandoval. José, nacido en Neltume, escapaba del cerco militar junto a Patricio Calfuquir Henríquez y Próspero del Carmen Guzmán Torres. Los empujaba la inanición. Calfuquir tenía los pies infectados, volaba de fiebre. Acorralados, decidieron quebrar con el mandato de las jefaturas del MIR: no tomar contacto con lugareños. Doña “Flora” había visto crecer a José, era su madrina, la comadre de su mamá: tenía que ayudarlo. Les abrió la puerta, les hizo sopaipillas y hasta le prestó la cama al enfermo. Pero muerta de miedo –dijo luego–, hizo lo que el capitán Martínez le pidió a todos los campesinos: avisar si veían a los buscados. Mandó a su hijo, Juan Carlos, de 15 años, a alertar a los carabineros. Los pacos pasaron a avisarle al capitán Martínez, quien fue el primero en llegar a la casa.
En la causa en la que los abogados Magdalena Garcés y Vladimir Riesco pidieron el desafuero del diputado Rosauro Martínez, es clave esta escena ocurrida hace 32 años. Los querellantes son las familias de los tres jóvenes miristas: acusan al diputado por homicidio calificado agravado por premeditación y alevosía. Las pruebas, según los abogados, dejan claro que Martínez Labbé encabezó una operación comando no para detener a los miristas, sino para asesinarlos. Lo que hizo con una “superioridad de fuerzas abrumadora”. Y que, como era imposible que las víctimas se defendieran con algún éxito, se “actuó sobre seguro”. De hecho, en esa operación ningún militar o soldado resultó rasguñado por un tiro de FAL mirista. Las únicas bajas fueron un conscripto muerto por una ráfaga que se le escapó a un oficial, y un sargento que se suicidó.
Uno de los testigos que inculpa a Martínez Labbé es el sargento de Carabineros Alfonso Rosas, jefe del Destacamento Neltume. En su declaración cuenta que cuando llegó a la casa de la madrina de José, el capitán habló con Flora. La mujer le informó que los guerrilleros estaban durmiendo. Martínez ordenó cercar el lugar. Alfonso Rosas se quedó en la parte de atrás de la casa. Martínez la rodeó por el cerro para apostarse en el frente. Y allí se quedaron, a la espera de más de 30 hombres de la Compañía de Comandos Llancahue. Entonces atacaron.
En La Unión viven dos conscriptos que participaron de esa operación. Cuando los contactamos, se negaron a hablar. Pero la memoria tiene otros dueños. Los conscriptos entrevistados por CIPER recuerdan: “A Martínez Labbé no solamente lo vieron que mandaba, él también disparó. Todos se acuerdan clarito, porque cuando quiso disparar su ametralladora, se le trabó. Entonces, la tiró a un lado y le quitó la que llevaba el soldado que andaba con él, Inostroza, y salió la balacera”, relata el ex conscripto B.
Inostroza existe. Se llama Eduardo Alberto Inostroza Reyes y era cabo 1º de la Compañía de Comandos. En su declaración judicial, el cabo deja caer: “De la casa salió un joven que fue impactado por alguno de la patrulla de llegada. Por una ventana salió otro que logró escapar aunque le dispararon al parecer en la espalda”. Inostroza da cuenta así del final de Calfuquir, que muere habiendo gastado el cargador de su FAL. La autopsia indicó cráneo estallado. La de Próspero Guzmán, el joven que salió por el frontis de la casa, indica que recibió 28 balazos de subametralladora y su cráneo también deshecho.
El ahijado de Flora, José Monsalve, escapó herido por la montaña hasta que ya no pudo avanzar más. Quedó tirado en una quebrada. La declaración de Inostroza coincide con la de Juan Carlos, el joven que corrió a avisarles a los carabineros de la presencia de los guerrilleros. Juan Carlos declaró lo que el capitán Rosauro Martínez le dijo a su madre: “Señora, le vamos a destruir su casa, pero se la vamos a devolver”. Inmediatamente después, “el capitán dio la orden de fuego”. Juan Carlos también recordó cómo murió José Monsalve, a quien vio arrastrarse herido hasta la quebrada:
–Los militares le dispararon y lo mataron ahí mismo, a una distancia de cinco metros más o menos. Él estaba enrollado bajo unos coligües y no tenía el fusil en sus manos pues éste estaba a unos cinco metros al lado de una mata de chilcos. No le dijeron que se rindiera porque la persona estaba enrollada debajo de los coligües, herido, como escondido, y no disparó contra los militares.

EL CUARTEL DE LAS TERMAS DE LIQUIÑE

El ex conscripto D también tiene pesadillas en la montaña. Con la marca de los años en el rostro y en la memoria, acepta contar la historia sentado en su auto. La larga de un tirón. Es como si hubiera estado allí esperando a que alguien le preguntara: “El jefe nos dijo: soldados, es feo matarse entre chilenos, pero hay que hacerlo porque estos tipos no pueden quedar vivos”. La frase fue lanzada el 21 de septiembre del ‘81. Eran los últimos muertos de una semana que había comenzado el 13 con la de Raúl Obregón en la emboscada; y continuó con la masacre en la casa de Flora Jaramillo. Durante varios días el soldado D y al menos tres militares que declararon ante la justicia, vieron a Julio Riffo y René Bravo cautivos de los hombres de Rosauro Martínez y de la CNI: dormían en las cabañas de las Termas de Liquiñe, usadas como campamento militar. Los detenidos eran conducidos, dice el soldado, por Arturo Sanhuesa Ros, uno de los tenientes de Martínez Labbé.
–¿Dónde los vio?
–A esos tres los anduvieron trayendo por toda la montaña. Los llevaban para arriba, había un caminito, como una huella, y ahí los echaban correr p’ allá con un lazo de 20 metros, buscando a sus amigos. Les pedían que buscaran a sus amigos para que hagan contacto.

-¿Quién era el jefe?
-Sanhueza. El teniente Sanhueza Ros.

Pasaron 32 años. La vida después de la Operación Pilmaiquén continuó también para los militares. Rosauro Martínez ha sido quien ha tenido más éxito, al punto de ser un honorable diputado en los últimos veinte años. Mario de Toro Gallardo siguió ascendiendo en el Ejército sin ser interpelado. En 2002 aún se encontraba allí como comandante del Regimiento Cazadores (Regimiento de Caballería Blindada Nº2). Sanhueza Ros fue premiado por su actuación en la montaña con un ascenso y siguió su camino en la CNI. Se convirtió en El Huiro, jefe de la Brigada Azul de la CNI, cuya tarea principal era eliminar al MIR. Fue procesado como uno de los asesinos del periodista de la revista Análisis, José Carrasco Tapia y por los crímenes de la Operación Albania, entre otros.
El ex conscripto D recuerda el frío de ese septiembre de 1981. La nieve que lo cubría todo en ese paraje cercano a Liquiñe. Estaba junto a otros dos conscriptos de la Compañía de Comandos al mando de Martínez Labbé, cuando llegó una camioneta Toyota de la que bajaron a tres hombres. “Nosotros conversamos con uno de ellos y le preguntamos por qué andaba cojeando. Nos dijo que tenía congelamiento en los pies, en el dedo gordo… pero ese dedo ya había desaparecido. Eran tres los prisioneros, dos eran guerrilleros y el tercero era un campesino que decía y repetía que él les había dado remedios no más”.
Todo indica que los dos guerrilleros eran Riffo y Bravo. Pero no hay ninguna pista, ningún indicio sobre la identidad del tercer hombre, el campesino. Es otro muerto que sobra. Un muerto que no figura en ninguna lista de víctimas de la dictadura.
-¿En qué lugar los fusilaron?
-Ahí, en Liquiñe, como cinco kilómetros p’ atrás. Fue ahí en un acantilado. Es un camino precordillerano, una huella no más. A ellos los bajaron de la Toyota grande con su cruz al hombro. Fue igual que en esas películas en las que se ve a Jesucristo caminando al calvario. Tal cual. Eran unas cruces de guaye, las que les amarraron al cuerpo con alambre. Se las amarraron de acá (señala la muñeca de un lado y hace el gesto de amarrar en la otra muñeca).

“Es feo matarse entre chilenos. ¡Ustedes no han visto nada!”, les dijo el jefe de la operación, el oficial Molina de la CNI. Los conscriptos escucharon los disparos y entonces, les tocó el trabajo de enterrarlos. “Ahí los sacamos de la cruz y los envolvimos en polietileno. Yo tenía mucho miedo”.
-¿A qué le tenía miedo?
-¡A qué va a ser p’oh!: ¡A los muertos! Tuvimos que esperar a que los vinieran a buscar. Día y noche tuvimos que estar con ellos muertos. Los tuvieron enterrados en la nieve ahí una semana antes de que se los llevaran en un helicóptero.

Nota: Colaboró en esta investigación, Daniela Belmar

EL GENOCIDIO CHILENO DEL PUEBLO, NACION selk'nam en la Tierra del Fuego

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Según libro, el exterminio de los selk'nam fue ordenado por el mayor latifundista de Magallanes

El genocidio de indígenas en el sur de Chile que la historia oficial intentó ocultar

por Hector Cossio
Después de varios años de investigación en La Patagonia chilena y argentina, el historiador español José Luis Alonso Marchante publicó el libro "Menéndez. Rey de la Patagonia", el texto definitivo –según expertos en el tema– sobre la verdad de la extinción de los selk'nam en la Tierra del Fuego, que en rigor se trató de un exterminio ordenado por José Menéndez, el gran latifundista del sur de Chile, sobre cuya familia existen sendos museos en Punta Arenas, y a quien se le atribuye el desarrollo económico de la región.
El año pasado el historiador español José Luis Alonso Marchante encontró en la Biblioteca Nacional de España el texto original de Treinta años en Tierra del Fuego, del misionero salesiano, gran naturalista y expedicionario Alberto de Agostini. Con este libro en sus manos, el historiador comprobó que en las actuales reediciones del texto, incluida la realizada el 2013, faltaban párrafos y no cualquiera. En los textos censurados, el misionero era implacable: la extinción del pueblo selk’nam en la Patagonia chilena y argentina no fue obra de su “ignorante glotonería”, “guerra entre tribus” o producto de su “miserable contextura física”, como dictó durante muchos años la historia oficial, sino que producto del exterminio y la cacería, ordenada por un solo hombre: José Menéndez, el gran latifundista del extremo sur de Chile.
“Exploradores, estancieros y soldados no tuvieron escrúpulos en descargar sus mauser contra los infelices indios, como si se tratase de fieras o piezas de caza”, reza uno de los párrafos censurados (De Agostini, 1929: 244).
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Alberto de Agostini junto un selk’nam. Foto: Gentileza Editorial Catalonia
Este hallazgo junto a otros importantes testimonios se encuentran contenidos en el libro Menéndez. Rey de la Patagonia (Editorial Catalonia), recientemente lanzado en Chile y que, según historiadores expertos en La Patagonia, como Osvaldo Bayer, vendría siendo “el libro definitivo sobre la verdad ocurrida en el sur chileno y argentino”.
libro“Hubo dos cosas que me impactaron en la investigación: el genocidio de todo un pueblo (los selk’nam) en pleno Siglo XX y la trágica suerte de los obreros (también masacrados) que trabajan en esas estancias”, dice Alonso Marchante, casi al comienzo de la conversación con Cultura + Ciudad, en la que explica sin eufemismos la naturaleza de la responsabilidad criminal de quien fuera también el abuelo de Enrique Campos Menéndez, el escritor favorito de Pinochet y redactor de los bandos militares del Golpe.

La censura

La censura en el texto de De Agostini, explica Alonso Marchante, fue más bien una autocensura que el religioso aplicó a sus libros luego que la Congregación fuera presionada por el poder de Menéndez para cambiar la historia y exculpar de la masacre al más grande latifundista del sur de Chile, quien acumulara una de las más grandes fortunas de América Latina con el comercio lanero.
“Los primeros salesianos no negaban las matanzas, los primeros, como Faganno y De Agostini, fueron gente que estuvieron en el terreno, que levantaron las misiones de la nada, y en sus diarios publicaban cómo se estaban exterminando a los indígenas. Ocurre que después hubo un cambio en la historiografía de los salesianos. Los que vienen después ya están sometidos al poder económico de los Menéndez, entonces ahí se reescribe la historia de la colonización, y ahí sostienen que los indios simplemente desaparecen sin que mediaran los estancieros”, explica Alonso.selkman
La motivación por investigar el papel de Menéndez y de sus descendientes en Chile nació casi por casualidad. Un día –cuenta– paseando por el Museo Asturiano en Buenos Aires, encontró un busto de José Ménendez. Nunca había escuchado una palabra de él, pese a que el historiador también es asturiano. En su región natal, Alonso no encontró calle que llevara su nombre, pero sí una escuela –fundada a comienzos del siglo pasado–, que era la forma que tenían los “indianos” (como se conoce a los colonos europeos que viajaron a América) de retribuir a su patria la fortuna alcanzada en sus aventuras.
“Se construyeron más de 350 escuelas en Asturias, en las primeras décadas del siglo XX, y entre ellas está la de José Menéndez en Miranda y que lleva su nombre”, cuenta Alonso, remarcando así el punto de partida de una historia marcada por la fortuna, la crueldad y la mentira.

El imperio Menéndez

En la Región de Magallanes, específicamente en Punta Arenas, las mansiones de la familia Menéndez se conservan en forma de museos, dando cuenta –a través de su fastuosidad– de la época dorada de la región magallánica.
En el libro se explica que Menéndez, tras una breve estancia en Cuba, llega a nuestro país en 1868. Al poco tiempo recibe miles de hectáreas como beneficio del gobierno chileno por la colonización en el sur. La idea era traer el desarrollo económico a la zona y establecer reservas indígenas. En esos años Mauricio Braun, otro inmigrante, también había recibido miles de hectáreas, lo mismo que Julius Popper en Argentina.
Alonso Marchante cuenta que, como parte de una gran inversión, las familias Menéndez y Braun se unen a través del matrimonio de sus hijos, y las tierras de Popper, tras una extraña muerte por presunto envenenamiento, son cedidas a Menéndez, convirtiéndose este último en el dueño y señor de toda la Patagonia chilena y argentina a través de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego.
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Esquiladores en la estancia “San Gregorio”. Foto: Gentileza Editorial Catalonia
El imperio económico, que llegó a sumar bancos y navieras, tuvo su origen el comercio de lana de oveja, que vendían a Inglaterra a cambio de libras esterlinas. En la inserción de la ovejas en la zona y consecuente desplazamiento del guanaco, animal que poblaba esas zonas, se encuentra –según el libro– el origen de una de las matanzas más grandes de indígenas y que contó con todo el poder editorial de esos años para tapar el genocidio.

El exterminio de los selk’nam

“A medida que comenzó a avanzar la frontera ovina, porque toda la riqueza de las dinastías económicas se sustentaba en el ganado de lana”, cuenta el historiador, “comenzaron a requerirse cada vez más tierras para terminar instalándose en el territorio selk’nam”.
Al instalarse en la zona, se divide el terreno mediante alambradas, y el guanaco –principal sustento alimenticio y de abrigo de los onas– se ve arrinconado hacia tierras más altas.
“Una vez que el guanaco desaparece los Selk’nam empiezan a pasar hambre. Cuando se dan cuenta de la aparición de las ovejas empiezan a alimentarse de este animal y lo entienden como algo absolutamente natural, no saben muy bien cómo han aparecido esas ovejas ahí, ni conocían el concepto de propiedad”, explica el historiador.
Grupo de "cazadores de indios" de una de las estancias de Tierra del Fuego (instituto Patagonia)
Grupo de “cazadores de indios” de una de las estancias de Tierra del Fuego (Instituto Patagonia). Foto: Gentileza Editorial Catalonia
“Cuando los Selk’nam empiezan a atacar a las ovejas, José Menéndez da la orden de acabar con ellos. Lo hacen primero disparándoles directamente para exterminarlos, y con las mujeres y niños se produce una cacería. Los van cazando para después ofrecerlos en plazas públicas”, cuenta Alonso, quien precisa que todo esto es muy posterior a la exhibición de indígenas como piezas de circo, en lo que se llamó “zoológicos humanos”.
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Alexander Mc Lennan
La familia Menéndez, especialmente José Menéndez –remarca el historiador–, fueron los instigadores de la matanza. “José Menéndez puso como capataz y como administrador de su estancia a un escocés de nombre Alexander Mc Lennan (El chancho colorado), quien fue el mayor matador de indígenas y reconocido por él mismo. Él recibía órdenes directas de José Menéndez, era su empleado”.
En el libro se sostiene que por cada indígena muerto, Menéndez pagaba una libra esterlina, de modo que en la fortuna que alcanzó a tener este escocés podría incluso calcularse la cantidad de indígenas asesinados y que, de acuerdo a las versiones de otros historiadores, podría estimarse en varios cientos, si no miles.
“Cuando se retiró Mc Lennan, José Menéndez le regaló un carísimo reloj en agradecimiento por todos esos servicios”, relata.

La historia oficial

“Logré contactarme con un bisnieto de Alexander Mc Lennan, quien me decía que no se puede decir que esté bien matar indios, pero que, gracias a lo que hizo su abuelo y José Menéndez, hoy no hay indígenas en la Tierra del Fuego, así que no hay problemas. Y eso me lo dicen en pleno 2014″, recuerda con asombro el historiador.
Durante muchos años, la historia oficial que se contó tuvo como propósito ocultar los crímenes, que fueron incluso celebrados como deporte.
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Selk´man en la misión San Rafael. Foto: Gentileza Editorial Catalonia
En 1971, el historiador y descendiente del clan, Armando Braun Menéndez, portavoz de los estancieros, señala que como causa de muerte de los indígenas estaban sus hábitos alimenticios. “Era frecuente observar al lado de los restos de una ballena, los cadáveres de los indígenas que, llegados tarde al festín, habían sido víctimas de su ignorante glotonería” (Braun 1971: 135). Insiste a tal punto en el tema que escribe que “era tan miserable su contextura física que no pudieron soportar ni su propio clima”.
Esta absurda conjetura –explica Alonso en su libro– chocó con la respuesta contundente del etnólogo suizo Jean-Christian Spahni, quien señala: “Mis investigaciones alrededor de los habitantes me han demostrado que los genocidios habían existido realmente y que fueron causados justamente por los propietarios de las estancias a los que Armando Braun intenta defender”.
Enrique Campos Menéndez
Enrique Campos Menéndez
Otro de los herederos de los hacendados, el escritor favorito de Pinochet, Enrique Campos Ménendez, llega incluso a exponer sus dudas sobre un posible canibalismo de los Selk’nam, cuestión que, al momento de sus dichos, ya nadie se atrevía siquiera a mencionar.
La historia oficial de negación del genocidio intenta a tal punto instalarse, que otro de los herederos, Eduardo Braun Menéndez, llega a obligar –se narra en el libro– “al científico Alexander Lipschutz (Premio Nacional de Ciencias 1969) a la eliminación de cualquier referencia a la caza de indígenas, como paso previo para publicar sus ensayos en la revista Ciencia e investigación, que dirigía el nieto de José Menéndez”.

La Patagonia trágica

Además del exterminio de los onas, el libro de Alonso toca otro de los temas sensibles en La Patagonia, y que tiene que ver con las matanzas de más de 1.400 obreros chilenos en 1921.
Estos crímenes fueron recogidos en un libro llamado La Patagonia Trágica, publicado en Argentina en 1928 por José María Borrero. En este libro, escrito sin rigurosidad científica, había una denuncia en cada página y al poco tiempo se convirtió en un mito al desaparecer de las librerías. Un segundo texto, presuntamente llamado Orgías de sangre y que, según el mito, narraba los asesinatos de 1921, se convirtió en leyenda tras asegurarse que el manuscrito había sido robado y quemado.
Jornaleros chilenos tomados presos por el Ejército argentino en las huelgas de 1921
Jornaleros chilenos tomados presos por el Ejército argentino en las huelgas de 1921. Foto: Gentileza Editorial Catalonia
Parte de esa historia fue recogida con seriedad científica por Osvaldo Bayer, quien publicó La Patagonia rebelde, en 1972, un libro testimonial de no ficción que trataba sobre la lucha protagonizada por los trabajadores anarcosindicalistas en rebelión de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia argentina, entre 1920 y 1921. Esta historia comenzó como una huelga contra la explotación de los obreros por parte de sus patrones, luego reprimida por el Ejército al mando del teniente Héctor Benigno Varela, enviado por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen.
“Se fusilaron a centenares de peones de las estancias, la mayoría de ellos chilenos, pero también asturianos, argentinos, alemanes, italianos. Esas son las dos grandes tragedias de esta historia, creo que esta historia no la podemos ver con una sonrisa porque es una historia trágica, porque desaparecen de manera brutal los pueblos que habitaron por milenios esas tierras y además hay una represión salvaje sobre los peones que trabajaron en las estancias”, sostiene Alonso Marchante, de cuyo libro el propio Bayer reconoce que “después de este acopio de pruebas nadie podrá señalar que las versiones críticas que surgieron a medida que se producían los hechos eran exageradas o de pura imaginación”.
–¿Como historiador crees que hay responsabilidad del Estado chileno en estas masacres?
–Los peones fueron fusilados por el Ejército argentino, pero la mayoría eran chilenos, y las autoridades chilenas no solamente no levantaron la voz sino que colaboraron con las autoridades argentinas en el silencio. Esto lo demostró Osvaldo Bayer hace ya mucho tiempo, cuando descubrió cómo los propios carabineros chilenos llevaban a los peones a Argentina, en donde el Ejército de ese país los fusiló. Es verdad que estos hechos ocurrieron hace casi un siglo, pero los Estados deben hacer un reconocimiento. En Argentina, en la zona en que ocurrieron los fusilamientos, en cada cuartel en donde hubo un centro de detención hay unas placas que identifican que en ese lugar y en ese cuartel se mató gente. Yo no se qué homenajes han hecho las autoridades chilenas a esos peones.

Ministro de DD.HH. investiga osamentas humanas halladas en TEMUCO,Pucón

Viernes 8 agosto 2014 | 11:42 · Actualizado: 21:07

Ministro de DD.HH. investiga osamentas humanas halladas en Pucón

El ministro en visita extraordinaria para causas de derechos humanos, Álvaro Mesa, encabeza en Pucón las diligencias de exhumación de osamentas que podrían corresponder a detenidos desaparecidos durante la dictadura militar.
Desde este jueves, el ministro de la Corte de Apelaciones de Temuco se encuentra trabajando en la comuna, específicamente en el sector de la Península, encabezando el proceso de exhumación en manos de peritos del Servicio Médico Legal y de la Brigada de Derechos Humanos de la PDI.
Según antecedentes recabados por La Radio hace 20 años atrás aproximadamente, y cuando se construían casas en el citado sector, se encontraron restos humanos, pero el hecho nunca se denunció y los cuerpos fueron tapados por la construcción que se levantó posteriormente en el lugar.
Este antecedente fue conocido por Álvaro Mesa al menos hace un mes atrás, ordenando inmediatamente iniciar el trabajo pericial y que ya arroja resultados: en el sector se han encontrados osamentas humanas como dientes, costillas, un fémur, dos cráneos, vértebras y restos de vestimenta, botones y cerámica.
El ministro en visita extraordinaria para causas de derechos humanos indicó que preliminarmente se pudo establecer que no se trata de un cementerio indígena, y que podrían ser restos humanos de detenidos desaparecidos durante la dictadura militar.

El Ministro señaló además que se investigará la relación de los restos humanos hallados con las desaparición de 8 jóvenes que fueron detenidos en 1973 en la localidad de Caburgüa de Pucón, desconociéndose hasta el día de hoy su paradero.
Según se indicó, el trabajo de exhumación en el sector de la Península se extendería por al menos 5 días más.

biobio.cl

Empresa constructora ocultó por más de 20 años hallazgo de restos de detenidos desaparecidos en Pucón


Publicado el 11 Agosto 2014
Escrito por El Clarín de Chile
 
Centro de Investigación y Promociónde los Derechos Humanos (CINPRODH) expresó su consternación por el hallazgo de osamentas humanas en la comuna de Pucón, noticia que “vuelve a poner en la opinión publica nacional e internacional la cruda y horrorosa realidad vivida por nuestro país en el periodo de la dictadura Cívico militar iniciada el 11 de septiembre de 1973”. Se trata, según las pericias realizadas, de restos de detenidos desaparecidos.
En una declaración, CINPRODH señala que “este nuevo episodio pone en evidencia que esta herida abierta en la conciencia colectiva de nuestra patria, no sanara hasta encontrar toda la verdad y hacer toda la justicia necesaria”.
El hallazgo, sin embargo, ocurrió hace mas de 20 años en circunstancias de la construcción de un conjunto habitacional en el balneario lacustre de Pucón . Frente a esa situación, la empresa constructora realizó una fuerte presión obligando a los trabajadores a mantener un temeroso y prolongado silencio, solo roto hace menos de un mes .
el lugar donde se realizan las excavaciones es el lado oriente de la cancha de golf del condominio La península.
Los hechos, agrega la declaración, ponen nuevamente en evidencia “el pacto de silencio que mantienen los criminales y sus cómplices , y la nula cooperación con la justicia, de parte de las instituciones armadas y los civiles que cometieron estos crímenes”
Agrega el texto que valora el trabajo desarrollado por “el Ministro Alvaro Meza y su equipo de trabajo, del Servicio Médico Legal y también el esfuerzo desplegado por los funcionarios de la Brigada Investigadora de delitos contra los Derechos Humanos de la P.D.I. que le acompañan en esta investigación”.
Una fuente cercana al caso dijo que el lugar donde se realizan las excavaciones es el lado oriente de la cancha de golf de La península de Pucón. La diligencia, encabezada por el ministro de la Corte de Apelaciones de Temuco, Alvaro Meza, quien comentó que se encontraron “dientes, costillas, fémur, dos cráneos, vestimenta, botones, restos de cerámica y vértebras”, las cuales serán derivadas a Santiago para que el SML realice los peritajes correspondientes.
La construcción del condominio Los Castaños de La península de Pucón data de 1994. La justicia no quiere publicitar aún ni el nombre de la constructora y la inmobiliaria en cuanto en otros dos casos de hallazgos de restos de detenidos desaparecidos durante las últimas semanas (Peldehue y Tejas Verdes) estarían también involucradas empresas constructoras en el ocultamiento de los hechos.
 
elclarin.cl

domingo, 10 de agosto de 2014

Infiltrado MIR: SIFA. Leonardo Alberto Schneider Jordán, alias El Barba o Teniente Velasco

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Leonardo Alberto Schneider Jordán, alias El Barba o Teniente Velasco, que apareció muerto en su domicilio hace pocos días, debía presentarse esta semana a un careo y a un interrogatorio judicial y todo hacía presumir que, por una vez, estaba dispuesto a colaborar con la justicia y entregar toda la enorme y valiosa información que poseía y que podría haber enviado a la cárcel no solo al siniestro jefe de la SIFA, Edgar Ceballos, sino a varios más, entre ellos algunos altos jefes que han pasado piola durante más de 40 años.

Por Redacción de ClariNet

Los antecedentes que maneja ClariNet, de fuentes altamente confiables, indican que El Barba fue asesinado para impedir que hablara y toda la enorme confusión creada por la policía y trasmitida por la prensa, incluso la “alternativa”, es parte de un montaje absolutamente planificado.
Las primeras informaciones dijeron que lo habían encontrado en su “casa ubicada en la acomodada comuna de Vitacura”, con el cráneo destrozado. Luego la PDI aclaró que hubo una confusión porque había otro muerto, un vecino, que nunca se identificó ni aclaró, que había sido asaltado y asesinado de esta forma, hecho que al parecer habría ocurrido en Vitacura.
Sin embargo Schneider vivía en un departamento en el centro de Santiago, es decir muy lejos del supuesto vecino de Vitacura.
A dos días de su muerte, el Servicio Médico Legal filtró a la prensa una información absurda y contradictoria:
“Muerte de ex mirista que cooperó con la Dina habría sido por causas naturales. Según apreciaciones del SML, no habría participación de terceros en la muerte de Leonardo Schneider.
La autopsia que ayer realizaron peritos del Servicio Médico Legal (SML) descartaría la participación de terceros en la muerte de Leonardo Alberto Schneider Jordán. El martes, el hombre de 61 años fue encontrado sin vida, en su casa de Vitacura.
Fuentes del SML aseguraron que una de las causas probables de su fallecimiento sería un infarto cerebral que le habría causado una hemorragia. Hasta ayer, según fuentes de la institución, los restos del colaborador del régimen militar no habían sido retirados por sus familiares…”
Todo en condicional. Y luego el silencio total, nunca más se supo del caso, no por parte del SML ni de la PDI, ni de la fiscalía que debía investigar el caso.
Médicos forenses consultados por ClariNet indicaron que ese primer diagnóstico del SML es extraordinariamente extraño. Normalmente, es decir en la casi totalidad de los casos, un derrame cerebral no causa una hemorragia externa.
Para nadie es un misterio, acá en Chile y en el ancho mundo, que los servicios secretos poseen técnicas, drogas, para causar “muertes sin participación de terceros” y que sólo podrán ser detectadas por análisis mucho más rigurosos y profundos que ese comunicado preliminar del SML indica.
Un hijo de Schneider llegó al país desde Israel y tendría que ser él quien presionara por una investigación profunda y seria de las reales causas de su muerte, exigiendo peritajes incluso internacionales que esclarezcan la verdad.
Derrumbados los montajes y la falsedades de las primeras informaciones entregadas por la policía, desmentidas absolutamente por quien compartía el departamento donde fue encontrado muerto, y quien lo encontró ahí, Carlos Contreras, se hace absolutamente necesario que la justicia tome reales cartas en el asunto y aclare esta maraña que parece ser mucho más siniestra de lo que parece.
Schneider era milico, oficial de la FACH, y fue infiltrado en el MIR años antes del golpe militar, aunque él lo haya negado siempre. Y no fue el único milico infiltrado desde antes, algunos de los cuales incluso llegaron a convertirse en líderes del movimiento. Asunto que está en vías de esclarecerse después de todos estos años.
Es decir, el Barba sabía muchísimo y sus declaraciones ante la justicia podrían haber abierto una caja de pandora que desenmascararía a varios importantes personajes, civiles y uniformados que durante todos estos años han pasado piola.
La reapertura del proceso por el asesinato de José Bordaz, jefe militar del MIR asesinado por la SIFA con directa participación del Barba, ahora en manos del juez Mario Carroza, quien además tiene a su cargo la investigación en Chile del Plan Cóndor, abrió una nueva etapa en la que Schneider podría haber clarificado muchas cosas.
Y no nos olvidemos que el Plan Cóndor tuvo la participación, coordinación y asesoría directa de la CIA norteamericana… Y ellos si saben como eliminar a un personaje como este, sin dejar huellas…
Y otro antecedente para reafirmar la peligrosidad, aun vigente, de la CIA y de los milicos, servicios secretos de todos los países que participaron en la Operación Cóndor, descolgados o jubilados, pero aun operativos.
El fiscal argentino a cargo en ese país de la causa, Miguel Angel Osorio, quien estuvo hace pocos días en Chile en un seminario e incluso se reunió con el juez Carroza, declaró en una entrevista de prensa que evidentemente su misión era altamente peligrosa y que no descartaba la posibilidad de algún tipo de atentado en su contra.
TESTIMONIO DIRECTO
Carmen Gloria Díaz, ex militante del MIR, que fue violada y torturada en la Academia de Guerra Aerea (AGA) por el Barba y sus secuaces, nos cuenta:
Como siempre miente y no asume sus responsabilidades, el nunca salió de Chile en Diciembre de 1974. Si fue como miembro de la SIFA a Perú y a Paraguay. (Esto a propósito de su última declaración judicial que adjuntamos a continuación).

Yo puse dos querellas; una colectiva de todos los civiles que estuvieron en la AGA en contra de la SIFA el año 2001; aquí se le acusa de tortura y secuestro, pertenecer a la SIFA una Asociación ilícita.

Y otra el año 2009 personal en contra de la SIFA y donde esta como imputado con los mismos cargos de la anterior.

El año 2005 se puso una querella por el homicidio de José Bordas Paz la puso Elvira Coddou su esposa.

El 24 de Septiembre 2012 Beatriz Castedo puso una Querella Criminal contra los que resulten responsables por, secuestro, tortura y asociación ilícita en contra de la SIFA que opero en los recintos de la AGA, esta querella la está viendo el ministro Mario Carroza quien lleva todos los procesos en contra de la AGA y SIFA y que ahora además tiene en sus manos la investigación sobre la Operación Cóndor.

Barba hacia un mes que vivía en Santiago allegado en un departamento ubicado en Tocornal con Santa Isabel.
Estaba sin pega y a mal traer, pensaba que esta vez si que se iba a ir preso. Se tenia que carear conmigo y además estaba la querella de Beatriz Castedo recién interpuesta, la que reabre el caso de Bordas ya que ella es testigo presencial del asesinato de Bordas.

En las condiciones que se encontraba era muy probable que se lograría presionarlo en el careo a que diera mas antecedentes, por ejemplo de Edwin van Yurick quien estaba en la AGA en diciembre de 1974, como también de quienes participaron (todos los agentes de la SIFA) en asesinato de Bordas y secuestro con torturas de Beatriz Castedo.

Carroiza encuentra muy rara su muerte, el piensa que puede ser un suicidio u otra cosa, aun no están los resultados a la vista del Informe del Instituto Médico Legal.

Este es un nuevo caso donde la Justicia al tardar tanto se produce la total impunidad de los agentes de la Dictadura.
Hasta aquí las declaraciones de Carmen Gloria Diaz.

Ultima declaración judicial de Leonardo Schneider

Leonardo Alberto SCHNEIDER JORDAN, chileno, nacido en Santiago, el 22.FEB.1951, soltero, Ingeniero Civil, cédula de Identidad N° 5.521.250-3, domiciliado en Hijuela 48 Sector Carilafquén comuna de Pitrufquén,, quien manifestó:
Para comenzar quiero señalar que ya he declarado en varias oportunidades en diferentes procesos por causas de derechos humanos, vinculadas a la FACH.
Ingresé en el año 1967 al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), e ingrese al aparato militar del movimiento en el año 1971.
Posterior al 11 de septiembre de 1973, pasé a la clandestinidad, realizando sólo actividades de contactos, hasta que fui detenido en octubre de 1973 en una bodega de mi padre por personal de Carabineros permaneciendo recluido primeramente en Estadio Nacional y luego en la Cárcel Pública hasta marzo o abril de 1974. En el Velódromo fui torturado y golpeado en la espalda quedando con daños en mi columna vertebral hasta el día de hoy. En ese lugar fui interrogado junto a mi hermano Jaime (Barbin) y Oscar Delgado (Aquiles), ambos del aparato militar.
A ser puesto en libertad, y a pesar de tener la posibilidad de salir fuera del país, retomó el contacto con el aparato militar del MIR cumpliendo funciones en la Fuerza Central. En esta ocasión me designan ser el ayudante del Jefe de la Fuerza (Juancho).
Era conocido que posterior al golpe militar, el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea se dedicó sistemáticamente a perseguir a los miembros del MIR, como respuesta al trabajo de infiltración a la Fuerza Aérea.
Es por ello fueron detenidos importantes miembros del MIR, que entregaron a su vez información de carácter operativa al Comandante de la FACH Edgar CEVALLOS, quien aparentemente dirigía las operaciones de represión al movimiento y efectuaba los interrogatorios en la Academia de Guerra Aérea, lo que le permitió tener conocimiento de importante información obtenida de los prisioneros, mediante torturas y apremios, aún cuando, algunas veces la obtuvo en conversaciones donde no existía maltrato físico; de todo esto tomé conocimiento por medio de información que fluía del AGA a Juancho.
Dejo en claro que nunca fui detenido por el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, SIFA, sino que me entregué, ya que en octubre del año 1974, tuve conocimiento que Edgar CEVALLOS había detenido a mis padres, aludiendo que éstos eran "ayudistas" de la organización, y quienes se encontraban recluidos en la Academia de Guerra Aérea, en uno de los departamentos/oficina del segundo piso. CEVALLOS al percatarse de que eran mis padres, me dejó un recado para que me comunicara telefónicamente con él. Ante esta presión decidí llamarlo, manifestándome que tenía dos alternativas, procesar a mis padres como ayudistas y mantenerlos prisioneros todo el tiempo que él determinara, o que me presentara ante él, y frente a la incertidumbre del destino de mi padre que era una persona muy mayor opté por la segunda alternativa.
Mi primera entrevista con el Comandante CEVALLOS la realicé en un punto de contacto a bordo de un vehículo y posteriormente en el recinto del SIFA que correspondía a la Academia de Guerra Aérea, sosteniendo una larga conversación con el Coronel OTAÍZA y una persona de civil, ofreciéndome como acuerdo, corroborar, precisar, y en los casos que fuese necesario enmendar la información que tenían para combatir al MIR, entregar información sobre miembros de la Comisión Política que se encontraban en libertad.
Para tenerme a resguardo fundamentalmente de la DINA, CEVALLOS arrendó una casa en calle Tomás Moro, donde debía recibir a los oficiales de la FACH, entre ellos FUENTES MORRISON quien utilizaba la chapa de "Wally", para recibir instrucciones.
Dentro de la información que entregue hubo planes operacionales, armas y a cuatro militantes.
El apodo que tenía en el MIR era “Barba” y así era conocido por los militantes; mientras que la chapa que me dio la Fuerza Aérea era “Juan Pablo Velasco”.
Antes de que yo colaborara con la SIFA muchos miembros del MIR fueron detenidos y llevados a la Academia de Guerra Aérea.
Aún cuando nunca vi personalmente a Edgar CEVALLOS torturar a esas personas, por conversaciones con él, me formé la convicción de que el principal interrogador de prisioneros del MIR en la Academia de Guerra Aérea era el mismo Cevallos o, a lo menos, centralizaba los procedimientos e información.
Tengo la certeza que en la Academia de Guerra se efectuaban torturas, debido a que en una oportunidad, “El Wally” me llevaron a ver las instalaciones donde ello se producía, observando que se trataba de la sacristía de un antiguo convento, una habitación pequeña casi desprovista de muebles, sin ventanas y con una puerta que daba a una Capilla y otra a un patio de servicio; en su interior pude ver elementos típicos de tortura como magnetos pequeños, un “pau de arara” montado sobre unos caballetes de mediana altura y una serie de trozos de tela.
Finalmente aún cuando colaboré con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, SIFA, no recibía más información de la necesaria, por lo que no podría señalar cuantos y quienes participaban en las torturas, y que el único apremio ilegítimo que presencie fue el que sufrió Patricio JORQUERA, mientras permanecía hospitalizado en el Hospital de la Fuerza Aérea.
Circunstancia en la que intervine para que pararan, alegando que era un detenido herido. Eran dos individuos de civil, con apariencia de oficiales, no los identifique en su momento, jóvenes; momentos después llego CEVALLOS el que controlo la situación.
Después de la muerte del “Coño Molina” y aún encontrándose detenido mi hermano por la DINA, resolví que la única manera de evitar mas daño al MIR era “quemándome”, lo que consistía en darme a conocer como colaborador de la SIFA, para lo cual, encontrándome vestido con uniforme de la Fuerza Aérea, comencé a ingresar al edificio de la Academia de Guerra Aérea por la puerta principal, permitiendo con ello que los detenidos pudieran verme desde el subterráneo. Tengo certeza que al menos en una ocasión me vio un militante de nombre político Loco Mario y su esposa. Además que en una ocasión hable con un militante recientemente detenido, Parvex o similar, con el cual tuve un dialogo del cual no podían caber dudas sobre mi identidad.
Estuve fuera del país entre diciembre de 1974 y abril o mayo de 1975. A mi regreso, algún alto oficial de la FACH presionó para que mi hermano fuera liberado del campo de prisioneros de Puchuncaví, siendo liberado y cuando aquel se encontraba fuera del país, yo me preparé para hacer lo mismo. Lamentablemente para mí, fui detenido por la DINA, por lo que estuve detenido por espacio de un año y ocho meses en Villa Grimaldi, hasta que decidieron dejarme en libertad.
Respecto a Carmen Gloria DIAZ RODRIGUEZ, puedo señalar que la conocí muy superficialmente cuando estudiante en casa de un militante de apellido BORQUEZ. Estudiaba Bellas Artes. En aquella época (aproximadamente 1972 o 73) la vi en algunas ocasiones mas.
Después del golpe la vi cuando la llevaron detenida en compañía de su hermano (al que ubicaba por tener una discapacidad) y un muchacho de apariencia muy joven a las dependencias de la AGA.
Aprovecho de señalar que yo no suministre ni un dato que posibilitara la detención de esta señora o de la estructura donde militaba.
Ella señala que yo intente violarla o abusar de ella en la oficina del Coronel OTAÍZA. Dice que reconoce la oficina en cuestión por estar con un letrero o similar que así la identificaba. Esto no es cierto. La oficina en cuestión no tenía letrero identificatorio. Y este era un lugar donde concurrían con una alta frecuencia los oficiales que se desempeñaban en la SIFA.
De lo que sí puedo dar fe, es que ella fue interrogada y no me extrañaría que sufriera tortura por el hecho que era una antigua militante.
A la señora Carmen Gloria la vi varios días durmiendo en un sillón en el segundo piso. Más recientemente consultados por mí, varios miembros del MIR me han señalado que no se acuerdan de haberla visto en los calabozos del subterráneo del AGA.
También ella hace mención que durante su detención la llevaron a una pieza, entiendo que en el segundo piso del AGA, donde una persona que se identifica como Erwin Van Yurek le pregunta que necesidades domesticas tenia y ella le señala que ropa interior. Y que ella lo reconoce en la actualidad por una foto y lo inusual de su nombre.
Al respecto debo señalar que Erwin fue un militante del MIR, originalmente perteneciente a la célula del Liceo Manuel de Salas. A todos los militantes de esa célula yo los conocí muy bien y no he podido reconocer las fotos que me han presentado de este militante.
Me he enterado por fuentes abiertas que este militante, cuyo nombre político no es mencionado, cayó en un operativo de la DINA, el y otros miembros de su familia. El traspaso de prisioneros entre SIFA y DINA solo ocurrió en dos casos y después de presiones a nivel de los miembros de la Junta Militar. Fueron presos que la SIFA tuvo que entregarle a la DINA. Los casos fueron los de Gaspar y el Coño Alberto. Nunca tuve conocimiento de que un miembro del MIR fuera trasladado de la DINA a la SIFA.
Es falso que yo le haya dado información a CEVALLOS, respecto a la muerte del general Alberto BACHELET MARTINEZ, porque en ese tiempo no colaboraba con la FACH y estaba preso en la Cárcel Pública.
De igual forma, es falso, que haya participado en algún interrogatorio de miembros del MIR, ya que no era mi función. En los hechos yo actuaba como infiltrado en el MIR, esta función lógicamente no se compadece con la de interrogador.
El día que se realizo la detención de un miembro de la Fuerza Central, de nombre político Felipe o Márquez, coincidió que acompañaba a un subteniente a reparar un vehículo que se encontraba en malas condiciones y que me lo habían asignado. Nos encontrábamos al Sur de Avenida Matta cuando escuchamos disparos. Estos eran producto de dicho operativo. El auto definitivamente dejo de funcionar. Al área concurrieron miembros de la DINA. Dejamos el auto estacionado, nos bajamos, íbamos con uniforme; esto era para evitar que me reconocieran la gente de la DINA. En esa calle se encontraba um ayudista o militante del FER con el cual en una ocasión había compartido con Juancho en casa de aparentemente unos ayudistas. Como la persona me reconoce o yo presumí que me reconoce decidí detenerlo. Les dije a unos miembros de Investigaciones que allí se encontraban que lo llevaran al AGA. En otro vehículo de investigaciones yo me dirigí al mismo destino. No proporcione ningún dato que llevara a una identificación de su posición dentro del MIR o de las circunstancias en que nos habíamos conocido. No recuerdo su nombre, solo sé que fue uno de los querellantes en la causa contra la SIFA.
Sobre la estructura de la SIFA, dependencias que ocupaban, nombres y/o apodos de miembros de la misma, sus funciones, etcétera, solo puedo aportar impresiones e interpretaciones personales basadas en datos marginales.
La razón de esto es que siempre me tuvieron en un status especial, donde me mantenían compartimentado básicamente en los temas que yo tenía que ver solamente. Un ejemplo de ello fue que yo no fui adscrito a la FACH y solo portaba uniforme cuando me trasladaba de un lugar a otro en vehículo; generalmente acompañado de algún subteniente.
Sobre los aspectos organizacionales siempre me dio la impresión que carecía de una orgánica clara y definida. En ella resaltaban dos personas: el Coronel OTAÍZA y el Comandante de Grupo CEVALLOS. En la etapa de represión a miembros de la FACH tuvo preeminencia la figura de la FISCALIA. Esto dado que quisieron darle un marco legalista a dicha represión. Datos sobre esa época los desconozco. En general nunca escuche planteamientos sobre cómo fue realizada esa represión. Salvo algunos dichos de CEVALLOS de que no habían torturado al General BACHELETE; me señalo que no era concebible que subordinados torturaran a un superior de rango de General. Me dijo con un humor negro, característico en el, que tampoco estaba en condiciones de señalar que “al caballero se lo tratara con todas las consideraciones debidas”.
Después viene la etapa en que la SIFA entra a reprimir al MIR; en sus palabras a esta situación fue generada por la investigación realizada a personal de la FACH que indicó la relación existente entre dicho personal y el MIR.
CEVALLOS me señaló que un inicio no tenía idea de la orgánica, forma de trabajo clandestino y medios que poseía el MIR. En esa época me queda la impresión que la unidad que reprimía al MIR era precaria en orgánica, medios técnicos y recursos en general, y personal. Un ejemplo: todos los vehículos que utilizaban provenían de los decomisos hechos a militantes que habían sido detenidos.
En esta etapa es que entran a apoyarse en los subtenientes que componían la Compañía de Guardia del AGA. Estos aparentemente participan en los operativos de seguimiento (muy poco frecuentes), detención e interrogatorios. También realizaban labores de vigilancia de los detenidos.
Yo personalmente en muy contadas ocasiones vi conscriptos acompañando detenidos en los recintos del primer y segundo piso. También vi una cantidad indeterminada de civiles provenientes de Patria y Libertad y RN en labores de apoyo.
Nunca yo vi personalmente al General Mattey en el AGA. Si identifico a un oficial, si mal no recuerdo Comandante de Grupo de apellido Lavin como encargado de cuestiones logísticas del AGA y que no tenía relación de trabajo aparentemente con el grupo de OTAÍZA.
En la Fiscalía recuerdo a un oficial García, a otro de chapa Veloso y a un Comandante Cáceres.
No conocí otro recinto que utilizara la SIFA que no fuera el AGA en aquella época.
Los nombres verdaderos o las chapas de los subtenientes y los civiles en general no las recuerdo, salvo algunas excepciones como Wally, Trujillo, Fifo.
LEA ADEMAS:
LA CONFESION DE SCHNEIDER – EL BARBA
MARIA EUGENIA CAMUS
ASI INFORMO LA PRENSA
Este miércoles se conoció la muerte de Leonardo Alberto Schneider Jordan, “El Barba”, temible personaje que de militante del MIR se convirtió en traidor y colaborador activo de los aparatos represivos de la dictadura.
Schneider Jordan fue encontrado muerto en su domicilio, en la comuna de Vitacura, en Santiago. La causa de muerte habría sido un derrame cerebral con sangramiento, lo que dio lugar a especulaciones acerca de la verdadera causa de su deceso pues inicialmente se había dicho que lo encontraron con el cerebro reventado.
Sin embargo, las primeras apreciaciones policiales y de peritos señalan que se trataría de causas naturales. En todo caso, el SML realizó este miércoles la autopsia respectiva y entregará el resultado de la misma al fiscal que investiga el caso.
Sobre el oscuro pasado de este individuo han circulado diversas versiones. Algunas señalan que habría sido agente infiltrado de la Fuerza Aérea en el MIR desde mucho antes del golpe militar de 1973. Otras señalan que se convirtió en traidor luego del golpe. Lo cierto es que era militante del MIR desde 1970 aproximadamente y muy pronto llegó a formar parte de los grupos selectos de esa organización política. Integraba la llamada Fuerza Central del MIR y dentro de ella era parte del grupo de apoyo a la jefatura, es decir, gozaba de una posición de privilegio al momento del golpe militar.
Luego del golpe, fue detenido en alguna razia por no se sabe quienes ni donde, pero fue a parar al Estadio Nacional. De este centro de detención salió en libertad por no se sabe que sortilegios, pero aquello no era una situación tan extraña o anormal por esos días. No se sabe si es en este momento o en algún momento incierto posterior que comienza su trabajo con los aparatos de inteligencia de la dictadura.
Schneider reconocía que él no fue detenido sino que se entregó a la SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea), específicamente “negociando” previamente por teléfono con Edgar Cevallos Jones, el jefe operativo del SIFA. Así habría comenzado su acción de traición, concretamente bajo las órdenes de Cevallos Jones, conocido como “Comandante Cabezas”, en las dependencias del AGA. Cevallos Jones no lo detiene sino que lo mantiene activo en las filas miristas que, por esos días, trataban de sobrevivir a la intensa represión que se desataba sobre ellos. Los fríos datos de la represión rebelan que “El Barba” provocó la detención, la tortura, y la muerte de decenas de miristas, particularmente de los componentes de la llamada Fuerza Central.
Vivía tranquila y cómodamente instalado en una casa dispuesta por la SIFA para su uso en Tomás Moro, vestía uniforme de la Fach y se hacía llamar Teniente Juan Pablo Velasco.
Son decenas también los detenidos, sobrevivientes del AGA, que conocieron de las andanzas del “Teniente Velasco”.
El punto culmine de su labor de espía fue la trampa que logró tenderle al jefe del aparato militar del MIR, José Bordás Paz, “Coño Molina”, en diciembre de 1974. El día 5 de ese mes, Bordás Paz concurrió a un encuentro programado con “El Barba” y, aunque percibió la emboscada y trató de escapar, fue mortalmente herido en la encerrona. Bordás Paz terminó de ser asesinado por sus captores el 7 de diciembre.
Posteriormente, cuando ya la SIFA había “agotado” sus posibilidades, desde mediados del 75 hasta fines del 76, “El Barba” prestó servicios a la DINA. Cumplió las mismas funciones bajo la tutela de Contreras, Morén Brito y Krasnoff en el campo de prisioneros, de tortura y de muerte que era la Villa Grimaldi.
Luego, a comienzos del 77, viajó a Israel como premio a sus servicios y residió allí por 20 años. Al regreso a Chile se instaló a vivir en el barrio de Vitacura y se desempeñaba en alguna función en Codelco. Ahora ha llegado el fin de sus oscuros y malditos días.
Medios entregan datos falsos sobre
la muerte del mirista traidor
Leonardo El Barba Schneider
Información del Servicio Médico Legal se entregó a la justicia y ésta la filtró a los medios vulnerando el derecho de la familia a tener antecedentes del caso con anticipación a la prensa.
Diversos medios  entregaron datos falsos respecto a la muerte, ocurrida este pasado martes, del ex Mirista Leonardo  “el barba” Schneider.  Éste es sindicado como responsable de la entrega a  los servicios de exterminio de Pinochet, de sus compañeros de la cúpula del MIR y de la “Fuerza Central” de la misma colectividad.
Se dijo, que  apareció muerto en su departamento. Que se habría desangrado por “destrozamiento de cráneo”.
DESMENTIDO
Carlos Contreras, ex dirigente del PS del sur de Chile,  y que convivió como compañero de departamento del fallecido “Barba” en los últimos seis meses por temas laborales, señaló:
“Si bien este ex mirista es causa de controversia por ser un informante, lo primero que tengo que decir es que yo lo encontré fallecido y soy testigo ocular del cadáver en nuestro departamento en Santa Isabel esquina con Tocornal, en la comuna de Santiago, NO en Vitacura como informan.
Además yo no lo encontré muerto con el cráneo destrozado ni con señales de violencia en él, ni de chapas forzadas, como dicen en el THE CLINIC, o que vivía con la puerta abierta a la espera de que alguien lo fuera a matar. Él vivió como una persona normal, preocupado de su trabajo y su vida como todos, si bien tenía conflictos internos, estoy seguro que su muerte se produjo por un accidente debido a su edad y estado de salud deteriorada.
Creo que se resbaló a la salida del baño, se golpeó y falleció. No encontré ninguna señal de violencia o de intervención de terceros en el departamento”, señala Contreras.
Además, indica que la información entregada por la agencia EFE no corresponde a la realidad debido a que: “Dicen que era un contratista del Cobre, pero él realizaba principalmente consultorías en medio ambiente. Que sus hijos y su familia estaba radicada en Estados Unidos, pero eso es falso porque ellos viven en Israel y Colombia”.
Por último, y  mientras se realiza este desmentido, el mismo Carlos Contreras recibía consultas por parte de la PDI sobre el deceso de Leonardo  “el barba” Schneider.
ClariNet

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PanoramaNews.cl

6 octubre, 2012

LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL “BARBA” SCHNEIDER, MIRISTA TRAIDOR QUE PUSO A LA CÚPULA DEL MIR EN LAS GARRAS DE PINOCHET

Este pasado martes 2 de octubre, fue encontrado muerto en su habitación el ex mirista Leonardo Schneider Jordán, acusado de colaborar con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) y la DINA en la cacería de las altas cúpulas de su partido, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La noticia se difundió rápidamente por la prensa nacional, dejando detrás un velo de suspicacias sobre las causas de su fallecimiento.
En exclusiva para Panoramas News, Carlos Contreras, ex dirigente del PS del sur de Chile y que convivió como compañero de departamento del fallecido “Barba” en sus últimos seis meses de vida, reveló detalles de la vida de Schneider, y fue testigo ocular directo del hallazgo del cadáver de “El Barba”, tendido en el suelo de su pieza, con una toalla de baño en su cintura y con un gran mancha de sangre alrededor de él.

HISTORIA DE UNA TRAICIÓN

Carlos Contreras conoció a Schneider en 2009, cuando hacía su práctica profesional en la CONADI de La Araucanía y tuvo una muy buena impresión de él al instante. Si bien no era un tipo conversador y alegre, sus conocimientos de ingeniería de la “vieja escuela” de la Universidad de Chile, le inyectó aliento a una relación que de a poco se fundió en amistad. Cercano a los ideales del MIR, Contreras no supo que estaba frente al “Barba” hasta que un día inocentemente hizo una búsqueda de su nombre por Google, situación que lo dejó profundamente indignado y molesto. “Schneider no tuvo los pantalones bien puestos para decirme quién era”, señala Contreras. “Me sentía herido. Le entregué confianza, información personal. Él nunca me contó nada, a sabiendas de que yo era socialista.”
Con ansias de expresarle su molestia, Contreras decidió encarar al traidor del MIR y pedirle explicaciones. Schneider, a sabiendas que aquel momento llegaría, le dijo que se avergonzaba de lo que había hecho, que entendía su condición de traidor por la delación de sus compañeros miristas y que reconocía el dolor de las personas que perjudicó. “Estaba arrepentido”, enfatiza Contreras.
Ambos ingenieros comenzaron a relacionarse y a trabajar estrechamente, período durante el cual Contreras aprendió y consiguió muchos proyectos de ejecución en el área medioambiental junto a Schneider.
Así fue como el ex mirista y colaborador del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), comenzó a contarle detalles de su vida.
“Me dijo que, después del 11 de septiembre de 1973, la SIFA detuvo a sus padres y lo puso entre la espada y la pared”, explica Contreras.
“Él sabía que había pasado algo en su domicilio, por lo que fue hasta allá, se pasó por la casa de atrás y encontró todo desparramado. Había un mensaje al lado del teléfono que decía ‘tenemos a tus padres’”.
Debido a la presión de los servicios de inteligencia, Schneider se entrega a la SIFA y decide colaborar con ellos ocupando su condición de “privilegiado”, ya que tenía llegada directa con la cúpula del MIR, Miguel Enríquez, Max Marambio, el “Coño Molina” y con sus compañeros de la llamada “Fuerza Central”. El trato es que él entrega datos para desarticular el movimiento y sus padres judíos deben ser enviados a Israel por seguridad. Una vez que sus padres son sacados de Chile, el ex mirista intenta desertar de su colaboración con la Fuerza Aérea, donde era conocido como el “Teniente Velasco”. Sin embargo, tiempo después, la DINA secuestra a su hermano, presionándolo nuevamente para ayudar al régimen de Augusto Pinochet. El ya había tomado el camino de la traición.
“Él niega haber torturado o violado a compañeras”, dice Contreras. “Dijo que en la DINA sólo estuvo como detenido, que fue uno más, que sí entrego gente”. Pero las denuncias en su contra en tribunales dicen otra cosa: Actuó como agente en interrogatorios, torturas y en violación a una mujer. Probablemente se hacía pasar por un compañero detenido y luego revelaba su verdadero rostro. El amigo de Schneider es preciso en aclarar que, en su discurso siempre dijo que si bien entregó gente, él era un detenido más y nunca varió ese tono. Salvo en un pequeño detalle, “sólo una vez dice que participó de una violación fallida a una mujer, lo que me causó sospecha, pero nunca más habló del tema y mantuvo siempre una versión”.
Otro detalle que Contreras recuerda de sus conversaciones con Schneider, es que el ex militante del partido de izquierda revolucionaria decía haber estado desilusionado del MIR. “Él siente, siendo miembro del aparato militar del partido, que estaban en completa desventaja de lo que se venía”, hace memoria Contreras. “El armamento que tenía el MIR era precario y más encima de la Segunda Guerra Mundial. Esa era la postura conflictiva que Schneider tenía con el MIR”. Sentía que Miguel Enríquez se comportaba como un irresponsable con el contexto histórico que les tocaba y que le “llenaba de caca la mente a sus compañeros” y que era inconsciente al empujar a las tomas en las fábricas que contravenían el camino socialdemócrata de Allende.
Cuando llega el 11 de septiembre, Schneider va a la casa de un compañero y sorpresivamente se encuentra con Miguel Enríquez y “El Coño Molina”, quienes brincaban abrazados y entusiasmados por “haber tenido razón” sobre el golpe militar. Según la versión del ex mirista, Schneider sintió extrañeza y les dijo que vendría una masacre y que no tenían razón para celebrar. “Él ya venía cuestionándose esta posición que quería tener el MIR, a sabiendas de que se venía el golpe”, explica Contreras. “Quizás no tenía una visión tan romántica como la de Miguel Enríquez”.

“ESTABA COMPLETAMENTE ATORMENTADO”

Leonardo “Barba” Schneider ha sido sindicado como el agente clave en la desarticulación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, habiendo entregado a la mayor parte del Comité Central de su partido.
Como uno de los más odiados traidores del MIR y de la izquierda chilena, Schneider deja Chile a mitad de los setenta con rumbo a Israel, para reencontrarse con su familia. Sin embargo, tras la instalación de los gobiernos de la Concertación en los noventa, decide regresar a su país solo.
“Siempre sintió que necesitaba cerrar el círculo abierto que había dejado y por eso volvió a Chile”. “Quería sacarse la carga. Aunque en Israel era feliz con su familia, su traición siempre estuvo presente y esa carga inevitablemente lo atrajo a Chile”.
Contreras describe a Schneider como un tipo tranquilo, adicto a la pipa, de bajo perfil y de un vivir humilde, pese a ganar un buen sueldo como ingeniero civil hidráulico. “Nunca recibió una “funa” porque no tenía el estereotipo de agente de la dictadura, por ser un profesional universitario, de algún modo se libraba de ser un “perro” torturador, además su bajo perfil aparte de ser innato en él, lo cuidaba y practicaba diariamente”.
En los últimos años, el “Barba” empezó a presentar una condición médica deteriorada, ya que sufría de arritmia e hipertensión. Juntos arrendaban un departamento ubicado en Santiago, en la calle Santa Isabel, esquina con Tocornal, al cual Carlos Contreras se fue a vivir luego de que relegara su antigua casa a uno de sus familiares. “Me sorprendía porque a pesar de sus arritmias, tenía una polola de 27 años, que no mostraba mucho, y fumaba mucha pipa. Nunca fue al doctor, pese a los comentarios que le hice en varias ocasiones, en tono de broma y en serio como dos compañeros de departamento”.
Sólo seis meses alcanzó a vivir con Schneider, enfatiza este joven militante del PS de 33 años. “Existía confianza para hablar de los temas que se pusieran en la mesa”, señala. “Él siempre tenía trabajo que hacer. Sufría sus achaques por la arritmia, pasaba pegado al computador, salía a sus reuniones de trabajo. Hace casi dos semanas que había asistido al tribunal por la acusación de intento de violación que se le imputa”.
Pese a las advertencias de Contreras, el “Barba” no trataba sus problemas médicos, acentuados por la edad de 61 años que tenía encima.
Antes del fatídico hallazgo del cadáver en su habitación, Contreras no notó nada extraño en el ex mirista, más allá de un extraño episodio ocurrido el pasado 11 de septiembre de 2012, mientras acompañaba a Schneider en el departamento.
“Ese día fue ver a un león encerrado en una reja de dos por dos”, confiesa Contreras. “Tuvo un 11 de septiembre muy vívido. Se paraba, se movía, miraba el ventanal con la vista perdida, prendía su pipa, miraba el reloj y hablaba de lo que había hecho a esa hora en 1973.
Estaba completamente atormentado. Para mí no fue agradable tenerlo al frente, porque podía volverse loco o irse en contra mía. Quizás reaccionó así, porque en un día como ese comenzó todo su calvario.
Hablaba sólo y estuvo hasta altas horas de la noche como desesperado, recordando su vida y parecía que luchaba con sus demonios internos”.
Después de ese episodio, todo volvió a la tranquilidad, al diálogo y la conversación. “El último tiempo, yo le insistí muchas veces que empezara a escribir un libro, que contara su verdad y que si tenía que tirarle mierda a alguien, que lo hiciera”, expresa Contreras. “Él siempre se negó, al punto que una vez me dijo que si él decidía hablar en un libro o en una entrevista, iba a tirar mierda a gente que está muerta y que hoy son personas probablemente idolatradas por otras, como Miguel Enríquez. Me dijo que no se prestaba para eso.”
“FUE UNA MUERTE IDIOTA Y ESTÚPIDA”
La última vez que Contreras habló con Schneider fue el pasado viernes 28 de septiembre, cerca de las 6 de la tarde. Cuando pasó por el departamento para despedirse y avisarle que pasaría el fin de semana afuera, se le veía trabajando bien.
Ya de regreso el martes por la mañana, Carlos Contreras llegó al departamento abrió la puerta con sus llaves y dejó su bolso en el suelo del living. Todas las cosas estaban en su lugar, agrega, y no había indicios de ninguna chapa forzada o signos de violencia que indicaran algo extraño. La sorpresa se la llevó al entrar a la habitación de Schneider, cuya puerta se encontraba entreabierta. Allí encontró el cadáver, tirado en el suelo, al costado de un charco de sangre oscura ya coagulada. “El Barba” estaba desnudo, con la toalla puesta, a casi veinte centímetros de su celular también en el piso.
“Lo mataron”, fue el primer pensamiento de Carlos que inmediatamente salió del departamento, en estado de shock. No quiso tocar nada más, ni acercarse a apreciar el cuerpo de su amigo. Bajó a la recepción, conectó su celular a la corriente para recuperar la batería y llamó a Carabineros. Aprovechó de preguntar a los conserjes si Schneider había llegado con alguien durante el fin de semana, pero no existían registros de visita alguna, la novia del “Barba” estaba en Valdivia.
Al tiempo llegó un cabo y un sargento de Carabineros, quienes llamaron al SIP para iniciar los peritajes correspondientes. En un primer sondeo, la institución policial descartó a Contreras la actuación de terceros. Según la tesis inicial, la muerte se habría producido luego de que Schneider saliera del baño, se tropezara y se golpeara la cabeza, sufriendo un colapso nervioso. El testigo ocular asume que la sangre salió de su boca y de sus fosas nasales, y que no había rastro de que su cráneo estuviese “destrozado” como se informó a través de la agencia EFE y en distintos medios de comunicación.
“La muerte que tuvo fue una muerte idiota y estúpida”, expresa Contreras. “Yo pensaba que iba a morir en su ley: morir donde se vio nacer, como mirista, o apedreado, por su traición”.
Al cierre de esta edición, la información del Servicio Médico Legal entregaba en primera instancia la causa del deceso relacionado a un derrame cerebral que hizo que este solitario hombre de 61 años y de 110 kilos de peso, se desplomara sin remedio emanando sangre de su boca y orificios nasales, desencadenándose una muerte solitaria que lo dejó tirado en el suelo alrededor de dos días. Sus hijos que están en Colombia y en Israel ya arriban a Chile para retirar el cadáver del SML. El “barba”, el traidor de su causa que terminó sintiendo compasión por él y compasión por quienes había entregado para ser muertos y ejecutados, deja en esta tierra gente que lo odia y lo desprecia y otros que lo lloran y lo estiman, mientras la muerte a quien le firmó un cheque en blanco el 11 de septiembre de 1973, lo liberó del tormento de su vida en esta tierra