Carola Julio
El Poder Judicial hizo pública hoy el acta de procesamiento de Jorge Rivas Arancibia, ex cabo de Carabineros a quien se acusa como autor de los homicidios de Iván Palacios Guarda y Eric Rodríguez Hinojosa. Palacios (18 años) y Rodríguez (19) fallecieron en 1989 a manos de agentes de la CNI mientras intentaban instalar una bomba en una torre de alta tensión.
Ambos creían que trabajaban para La Resistencia, una célula independiente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Lo cierto es que Rivas Arancibia, cuya labor para la CNI consistía en infiltrar grupos armados de izquierda, los había reclutado, les dio alguna formación militar y también equipamiento para llevar adelante sus tareas. Fue él quien les encargó poner la bomba en esa torre de alta tensión, ubicada en Avenida San Pablo. Y, de acuerdo al expediente que es instruido por el juez Mario Carroza, fue el mismo Rivas quien dio aviso a la CNI para frustrar la intentona de los jóvenes y engañados terroristas. Palacios falleció en el lugar de los hechos, el 18 de abril de 1989, producto de múltiples heridas de bala. Rodríguez sobrevivió al fatídico encuentro con los efectivos de inteligencia, pero murió cinco meses más tarde. Este 4 de septiembre se cumplen 27 años de su muerte.
La historia de Palacios y Rodríguez es conocida entre quienes siguen de cerca los movimientos judiciales en materia de violaciones a los derechos humanos. Uno de los trabajos más completos en torno a ella es el libro “La Trampa”, escrito por el periodista Víctor Cofré. Pero había un cabo suelto. Lo único que se sabía del falso reclutador de terroristas era su chapa: Miguel. El procesamiento tramitado ayer por el juez Carroza, en el que se identifica a Rivas Arancibia, viene a cerrar una interrogante de casi tres décadas.
LA IDENTIFICACIÓN
Hasta la semana pasada, Jorge Rivas Arancibia vivía en Iquique y manejaba una empresa de seguridad que incluso tenía contratos con el municipio de la ciudad. Pero en las últimas horas fue detenido y trasladado a Santiago. Una vez en la capital, fue sometido a un careo con ex agentes de la CNI y con ex militantes de grupos de extrema izquierda. El resultado de estas diligencias permitió al juez Carroza tramitar el ya referido procesamiento.
De acuerdo a los antecedentes del caso, a Rivas Arancibia se le encomendó hacerse pasar por miembro del MIR con el fin de llegar a los altos mandos de la organización. Para ello esgrimió un discurso extremo cuyo objetivo era atraer a quienes parecían desencantados con los aires más moderados que comenzaban a circular en la organización. Su objetivo fueron jóvenes que tuvieran alguna relación con presos políticos o detenidos desaparecidos. Les decía que la lucha ya no era la misma de antes, que el MIR estaba desgastado y, sobre todo, que no podían tener contacto con otros miembros del movimiento para no contaminarse.
Según las declaraciones que constan en el expediente, algunos miembros de La Resistencia sospecharon de Rivas. Como no tenían acceso a ningún integrante verdadero del MIR, les resultaba imposible comprobar si su estilo marcial y su amplio acceso a toda clase de recursos eran lo habitual en el movimiento. Esas sospechas se confirmaron tras el fallido atentado en la torre de alta tensión, en abril de 1989, que terminó con la muerte de Palacios y con Rodríguez agonizante. Después de eso, los del grupo La Resistencia jamás volvieron a ver a Rivas. Hasta el careo del pasado lunes, 27 años más tarde.
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